La inmunidad de rebaño en el proceso penal dominicano.

 

Dentro de las tantas frases que conocimos y analizamos durante la pandemia de la Covid-19, una llamaba mi atención poderosamente, ya que implicaba dejar que la enfermedad avance a tal punto que los que quedarán vivos sus cuerpos creaban una especie de vacuna natural.

Es importante tomar en cuenta que ante una situación global de salud existen medidas que toman las personas de manera individual, es decir, ellos mismos deciden cómo enfrentar la situación, ya sea automedicándose o recurriendo a la medicina alternativa. Pero el Estado también enfrenta una situación desconocida y acude a varias posibilidades: encerrando la población en primer lugar, luego haciendo uso obligatorio de alguna protección, por último, prueba de vacunas o vacuna colectivas en humanos, etc.

Algunos Estado recurrieron a la «Inmunidad de Rebaños», implicaba que dejarían a las personas en libertad de contagiarse con el virus, a sabiendas que muchas personas iban a morir, al final la población iba crear su propia vacuna. Puede ser una decisión arriesgada. Criticada o alabada, pero se ha comprobado que las personas que tuvieron el virus y sobrevivieron de alguna forma quedaban vacunados.

Para enfrentar un problema de salud es posible esa alternativa, sin embargo, para enfrentar los problemas del derecho no me parece viable dejar que muchas personas que contaminen con la enfermedad denominada falta de garantías y más arriesgado cuando se trata del proceso penal, sin embargo, parece que esta es la alternativa que se está implementando el sistema penal, la inmunidad de rebaños.

La enfermedad que tiene el proceso penal se puede comparar con un virus, que, afectan a la mayoría de los actores del sistema, deja que se mueran algunos usuarios por las faltas de garantía como el plazo razonable, excepcionalidad de la prisión preventiva, hacinamiento de presos, etc. Así los abogados y actores del sistema parecen ya inmunes a los daños que generan las faltas de garantías.

Precisamente cuando te vuelve inmune a una enfermedad, la misma ya no te afecta y el sistema penal consciente de ello está dejando que se contamine el mayor número de personas, de manera que cuando alguien decide reclamar alguna garantía lo miran como una especie rara, en peligro de extinción por reclamar algo que ya nadie le preocupa. Las garantías ya no son parte del proceso penal, nos hemos hecho inmunes a la falta de ellas.

El proceso penal dominicano estuvo consagrado para que las partes, víctimas e imputados reciban respuestas del sistema en plazo establecidos en la misma norma, además de ser utilizado como última alternativa para resolver el conflicto, pero eso es cosa del pasado, tal lo consagra la Carta Magna en el artículo 69.

La realidad que vivimos es la ausencia de cumplimiento de los plazos, que conlleva retraso irrazonable en dar respuestas a los usuarios y a nadie le importa, los efectos perversos que genera al sistema penal.

Los usuarios del poder judicial y del Ministerio Público en vez recibir respuestas en tiempo razonable de los empleados y actores del sistema, reciben insultos, indiferencia y atenciones pésimas. Todo ello conduce a una epidemia generalizada del sistema, que no ha valido congresos, talleres o cumbres para contrarrestar los daños de la enfermedad. Los intentos por avanzar en los servicios digitales han sido sólo paliativos sin resultados.

De ahí que el sistema deliberadamente ha preferido dejar que mueran unos cuantos usuarios, como los privados de libertad de manera preventiva que rondan el 70 por ciento de los justiciables para que los demás se vuelven inmune a la enfermedad, así vemos como algo natural las faltas de garantías procesales que tiene el sistema. Nadie se horroriza cuando observa que un ciudadano tiene 3 años esperando que se conozca su proceso, tampoco cuando sin elementos que justifique una prisión preventiva se impone la misma o cuando alguien muere en una cárcel por el hacinamiento y la falta de salubridad.

La inmunidad de rebaño no ha logrado erradicar la enfermedad, pero ha permitido que ya ni siquiera nos demos cuenta de que tenemos un sistema penal enfermo. Así nos hemos convertido en un “rebaño” de mansas ovejas inmune a las enfermedades que generan las faltas de cumplimientos de las garantías del proceso penal dominicano. 

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