Haití: barahúnda que perjudica y beneficia a la República Dominicana.

 

¡Esto es mío! Dijo alguien, ahí está el génesis del conflicto humano. Aunque los seres humanos nacimos para la libertad, sea por la creación o evolución, desde el mismo inicio de la vida hemos tratado de afectar los derechos de los demás o que los demás limiten lo nuestros, esa actitud nos ha llevado a tener que ceder parte de nuestra libertad a cambio de que nos garanticen la poca que nos queda. 

En el conflicto surgido a partir del desvió del cauce del río que divide la frontera dominicana y haitiana el conflicto se genera por un derecho que no es propio de ninguna de los dos estados, el derecho natural entendió que debía ser algo compartido por ambos. Pero tenemos grupos empeñados en aplicar el derecho creado por el hombre en su propio beneficio. En dicho conflicto es claro que por razones ecológicas, legales y sociales el grupo de haitianos que pretende realizar la obra no tiene la razón.

Partiendo de ese comportamiento que ha tenido el grupo de empresarios haitianos es necesario preguntarse ¿Qué sucede cuando tienes un vecino como la República de Haití que no sabe qué hacer con su libertad?  Aunque se trata de un tema muy sensible por las implicaciones sociales, antropológicas, históricas y políticas que tiene, dado que cuando el problema sucede entre dos estados soberanos el asunto es complejo. Sobre todo, cuando se trata de un Estado vecino de otro.

Regularmente nos encontramos con vecinos incómodos de tratar, pero cuya solución es fácil cuando uno de ellos no es propietario del inmueble, en ese caso bastaría que alguien decida mudarse. En caso de que ambos sean propietarios es un poco más difícil, pero podría optar alguien por vender. Ahora bien, cuando los vecinos son dos naciones que tienen dificultad para entenderse, el problema se complejiza. 

En el caso de la República Dominicana y la República de Haití existen problema que tiene que ver con la forma en que cada Estado se hizo independiente, dado que República Dominicana primero fue Nación, luego se convirtió en Estado Independiente, en Haití sucedió a la inversa, primero decidieron conquistar un territorio y declararse Estado, para luego tratar de construir una Nación que aún está en proceso. De hecho, en ese pequeño territorio, menos de la mitad de la Isla coexistieron en un momento determinado dos imperios. 

Todo se complejiza cuando observamos la forma en que ha actuado las elites de la República de Haití, han vivido y quieren seguir viviendo de alimentar una problemática que solo le beneficia a esa dirigencia, pero que hace bastante daño a los habitantes de ambas naciones, en esa actividad han sido exitosos incluso a nivel internacional. Su diplomacia ha sido más activa que en nuestro país. 

Sin embargo, la barahúnda que se vive en Haití afecta y beneficia a la República Dominicana. Por un lado la parte dominicana se beneficia de las necesidades de miles de haitianos que buscan trabajo, provocando sobreoferta de manos de obras que redundan en beneficios de empresarios dominicanos; pero perjudica al Estado Dominicano y la mayoría de su población, dado que parte del presupuesto nacional se destina a servicios que demandan la mano de obra barata y toda su prole, con la agravante de que la mayoría de los inmigrantes son indocumentados, lo que hace imposible retener algún impuesto o identificar a quien se le da el servicio.

En esa hecatombe los políticos del Estado haitiano son indiferentes al sufrimiento de la población más vulnerable y solo se preocupan por agitar las aguas del río para seguir saciando su sed de dinero. El punto en el cual nos encontramos referente a la construcción del canal de desvío del agua del río Dajabón-masacre, puede generar un malestar que solo perjudica al Estado Dominicano.

Existen personas en el lado haitiano de la frontera que no tienen más que perder sus cadenas y eso es un riesgo que afectaría de forma ineludible la estabilidad de ambos Estados que comparten la Isla. Pero quien más tiene que perder debe ser estratégico para mantenerse ecuánime ante un Estado que aún sigue buscando su identidad como Nación y un grupo de personas que solo le interesa el conflicto para seguir obteniendo pescado sin mojarse los pies.

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