EL SUICIDIO

          

Por: Pedro Pablo Valoy

Abogado. 

                          

El suicidio se define  como el acto mediante el  cual una persona de manera deliberara e intencional decide ponerle fin a su vida.

Según la Psicología existen tres tipos de pacientes afectados por esta condición: 1) Los sobrevivientes a un intento de suicidio; 2) Los que tienen ideas suicidas manifiestas  y 3) los que tienen ideas suicidas sin manifestación externa.

El tratamiento psiquiátrico o psicológico y la colaboración familiar se consideran elementos fundamentales para la superación de la condición emocional que  provoca  esta patología. 

El suicidio es una de las principales causas de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año dos mil diecinueve (2019) las cifras de decesos  por suicidio superaron las setecientas mil personas (700,000), una de cada cien muertes. Cada año pierden la vida más personas por suicidio, que por VHI, paludismo, cáncer de mama, o incluso por guerras y homicidios. 

Una información muy interesante que ofrece la organización Mundial de la Salud (OMS), son  los datos relativos al suicidio por edad y sexo.  Entre los jóvenes de quince (15) a veintinueve (29) años constituye la cuarta causa de muerte en el mundo. En cuanto  a la segmentación por sexo, se suicidan más del doble de los hombres que de las mujeres (12.6 por cada 100,000 hombres  frente a 5.4 por cada 100,000 mujeres). Esta situación pone de relieve una mayor propensión de los hombres a la consumación del suicidio. De acuerdo con los estudios realizados entorno a dicha problemática la falta de tolerancia ante un nivel profundo de sufrimiento y la poca tendencia a la búsqueda de ayuda colocan al hombre en un  estado de mayor vulnerabilidad respecto a comisión de suicidios. Los hombres no acostumbran a pedir ayuda en caso de situaciones mental y emocionalmente  angustiosas.

Un aspecto que no  debemos soslayar sobre el importante tema de la salud mental, es el concerniente a las secuelas sociales que deja el suicidio. Ciertos analistas aducen que el suicidio no produce daños a terceros, afirmación que estimo es errónea, el suicida por lo general es miembro de una familia que sufrirá emocionalmente como resultando de la decisión que sobre la continuidad de su vida ha tomado su deudo, no es de extrañar que en el futuro algunos de sus descendientes o afines terminen emulando ese fatídico ejemplo. Esta situación  puede ser extensible al ámbito social, pues las conductas humanas tienden a ser imitadas.   

EL  suicida nunca debe ser considerado un héroe o como un sujeto que impulsado por su valentía ha decidido prescindir de su propia vida, tampoco es plausible su acción bajo el  argumento de que fue realizada ante el temor al ultraje o a que  se mancillara su honor. El suicida es alguien para quien la vida no tiene ningún  sentido ni valor. El honor se defiende vivo, no bajo el refugio de la muerte. El honor, si realmente  se posee, en tanto condición subjetiva, bajo ninguna circunstancia se pierde.

La persona más amada y admirada de la Historia (Jesucristo), recibió el juicio más injusto y muerte más  horrorosa, humillante  execrable, sin embargo su honor ha permanecido incólume.

Los informes  psiquiátricos muestran que la propensión al suicidio se incrementa cuando existe un trastorno psicopatológico, un estado de enfermedad crónica dolorosa o cuando se produce un aislamiento social indeseado. Es por tal razón  que las personas  afectadas por estas condiciones de salud física y mental requieren la asistencia de un cuerpo de profesionales altamente calificados  (Psiquiatras o Psicólogos), y también la ayuda espiritual (consejería sacerdotal o pastoral), que en muchos casos ha  resultado ser  tan efectiva como la labor profesional.

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