El espejismo de la reinserción social del condenado

Espejismo no es más que una ilusión óptica que, aplicada a la realidad que vive el sistema penitenciario dominicano, debemos recurrir a la segunda acepción del concepto, relacionándolo con una representación o realidad engañosa e ilusoria. Aunque para lo que creemos que el fundamento de una sociedad es la constitución, resulta desagradable entender que el contenido normativo de la Carta Magna es solo una ilusión, en realidad los acontecimientos recientes demuestran que es así.

Es importante resaltar que el Derecho como toda ciencia social avanza en la misma medida que las sociedades se desarrollan, por lo que los cambios sociales experimentados en los últimos dos siglos, deben servir de sustento para que el derecho incursione en los nuevos paradigmas. Por eso es que no podemos sustentar cambios en el modo que tratamos a nuestros semejantes, si continuamos tratando como seres inferiores a los privados de libertad.

La reinserción es el camino más seguro para lograr los fines de las penas. El concepto se aplica a muchos ámbitos de la vida, incluso cuando un familiar se ausenta por algún tiempo, debe superar un proceso para lograr insertarse nuevamente a la relación familiar. Pero ha sido la rama del Derecho “Penitenciario”, que ha puesto en práctica el proceso de reinserción como fines de las penas, tal como establece nuestra Constitución en su artículo 40 numeral 16, consiste en un proceso de reeducar, rehabilitar y reinsertar al condenado a la sociedad con una nueva aptitud que lo mantenga alejado del delito, que lo llevó a ser expulsado del seno social.

Para cumplir con el mandato constitucional se crean las leyes adjetivas que materializan el postulado constitucional de reinserción social. Así los centros de privación de libertad, están llamados a ser los lugares donde el condenado reciba un tratamiento-el derecho penitenciario trata el delito como una enfermedad-que lo haga ser respetuoso de la ley, una vez obtenga su libertad.

Sin embargo, para cumplir con esos objetivos, el hospital-la cárcel-donde se lleva a cabo ese tratamiento debe tener las condiciones necesarias para que ese enfermo-el condenado-reciba las dosis de medicina ideal que permita lograr sanar la enfermedad. Para ello la ley 113-21 del 23 de abril del año 2021 regula el Sistema Penitenciario y Correccional en la República Dominicana, la cual derogó la ley 224-84 del 26 de junio del año 1984. Pretende ser el instrumento idóneo para lograr los objetivos del tratamiento penitenciario.

A pesar de tener los instrumentos jurídicos necesarios para lograr una verdadera reinserción del condenado, la realidad nos golpea de frente. Ya que si observamos las instalaciones carcelarias que tenemos en la actualidad, distan mucho de poder ser efectiva en el proceso de reinserción.

Pues si bien, existen alrededor de 23 Centros de Corrección y Rehabilitación, los cuales forman parte del denominado Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria, lo cierto es, que estos centro de nuevo modelo solo abarcan un porcentaje no significativo  de los privados de libertad, en relación a los que están en el denominado modelo tradicional. Pues solo la Cárcel de la Victoria alberga cerca de 8 mil privados de libertad de un total de alrededor de 27 mil.

Dado que “La Victoria” es la antítesis de un modelo de gestión penitenciaria efectivo, podemos afirmar que el tratamiento penitenciario en ese centro es imposible de lograr. Los hemos visto en los últimos acontecimientos suscitados en dicha cárcel, y es casi seguro que la realidad sea aún más espeluznantes que lo comentado en los medios de comunicación.

Si partimos de esos hechos, podemos afirmar que la reinserción social y el tratamiento penitenciario es solo un espejismo, que lejos de ayudar a los seres humanos enfermos por el delito, se convierte en un incentivo a delinquir desde y fuera de los centros de privación de libertad.

La finalidad de encerrar a un ser humano en una cárcel y apartarlo de la sociedad, no puede tener otro fin que ayudar a reinsertarse, pero si continuamos construyendo “Cementerios de Hombres Vivos”, algún día cuando regresen al seno de la sociedad solo tendremos un ejército de resentidos que nos cobraran a todos, lo que el Estado no logró con apartarlo de la sociedad. 

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