Abril, nuestra hermosa primavera

Todos los pueblos tienen sus gestas que reivindican su heroísmo. La nuestra, fue un poco arrítmica, puesto que fueron los hijos de los generales del sátrapa, quienes escribieron las páginas de gloria de nuestra autodeterminación.


El coronel Fernández Domínguez, hijo de Ludivino Fernández, y el Coronel Francisco Alberto Caamaño, hijo del general Fausto Caamaño, fueron quienes se llenaron del más puro patriotismo, para legarnos nuestra principal epopeya del siglo XX.

La revolución de Abril, fue la culminación de un pueblo hastiado de 31 años de dictadura, y una transición en la cual la oligarquía, pretendió ser la continuidad de una dictadura, pero con otros actores.

La revolución, fue, carne, pero también el espíritu de una voluntad de un pueblo que luchó en las calles, por el respeto y la dignidad de un pueblo mancillado, por un golpe de Estado fraguado, con la participación interna y externa.


Hubo revolución, porque hubo coraje, de hombres y mujeres que no comieron pendejadas. Que no se dejaron imponer, los designios de una agenda geopolítica y la agenda negadora de lo derechos sociales a la masas populares. La revolución de Abril, fue , es y será, lo más bello de nuestra primavera democrática.

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