A propósito de libertad: la Constitución de 1963.



El 25 de septiembre del año 1963 fue derrocada mediante un golpe de Estado, el gobierno constitucional presidido por el Profesor Juan Emilio Bosch Gaviño, era el primer gobierno elegido democráticamente, luego de la muerte de Rafael Leónidas Trujillo Molina, éste había gobernado el país por espacio de 30 años en los cuales la libertad de elegir y ser elegido era solo una quimera. Precisamente en la semana que acaba de transcurrir tuvo lugar la celebración de la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas, en donde el Presidente de El Salvador centró su discurso en la palabra “Libertad”, lo cual tuvo una amplia difusión en los medios de comunicación, especialmente digitales.
Así la República Dominicana el 20 de diciembre del año 1962 eligió su primer gobierno de forma libre y voluntaria luego de 30 años de dictadura. Saliendo electo el Profesor Juan Emilio Bosch Gaviño, así como los senadores y diputados que integrarían el Congreso Nacional. El nuevo congreso  procedió a redactar una nueva Constitución, que fue promulgada y puesta en vigencia el 29 de abril del año 1963. Dicho texto constitucional hacía suyo los postulados más avanzados sobre libertad conocidos hasta entonces. Libertades que eran desconocidas por la gran mayoría de los ciudadanos dominicanos.
Es precisamente éste desconocimiento de la libertad, que permite a quienes sí sabían de lo que se trataba el nuevo orden constitucional vigente, pudieran lograr convencer a sectores retrógrados de la sociedad dominicana, que el camino que estaba transitando el nuevo gobierno democrático, no convenía a los intereses de la nación. Afirmación falaz, pero que logró un movimiento anti-gobierno que concluyó con el fatídico 25 de septiembre de 1963.
La libertad a que se refería la constitución del año 1963, era tan amplia que el propio Juan Emilio Bosch y Gaviño en una carta pública enviada al pueblo dominicano un día después de su derrocamiento expresa “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social”.
Es que esa constitución consagra derechos fundamentales que solo hemos visto en la Carta Magna Dominicana del año 2010, por eso en ese momento representaba una innovación constitucional trascendental, nunca antes vista en un texto constitucional dominicano. Derechos fundamentales como el derecho a la huelga, libertad sindical, de pensamiento, de asociación, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, libertad de cultos, igualdad en hijos nacidos fuera de matrimonio, prohibición de privilegios, prohibición del latifundio, entre otros derechos. En fin una constitución acorde con los derechos fundamentales más elementales del ser humano.
Ahora bien, esa libertad que no solo estaba publicada en un texto constitucional, sino que también podía ser ejercida por cada uno de los destinatarios de la misma, no fue entendida por la sociedad dominicana del año 1963, de ahí que las propias libertades otorgadas por el Estado a sus ciudadanos fueron la herramientas utilizadas por sus opositores para derrocar un gobierno democrático. Es que la libertad retomando las palabras de Bukele en las Naciones Unidas, es fácil de decir, pero difícil de ejercer y entender.
Por ese motivo, es que tal como ahora reclama el presidente de El Salvador, el entonces presidente de la República Dominicana, deseaba libertad para gobernar el pedazo de isla llamado República Dominicana, eso no lo entendieron países poderosos y sus aliados dominicanos. Quizás cuando revisemos objetivamente la historia, nos daremos cuenta que sufrimos 50 años de retraso, por no entender la palabra libertad en la Constitución de 1963.

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