La política: el arte de la simulación
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Francisco Antonio Avelino García fue mi profesor de Historias de las Ideas Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, recuerdo muy bien sus cátedras, las cuales nos llevaban a sentir como si estuviésemos literalmente en el momento los episodios que narra Maquiavelo sobre Cesar Borgia, el maestro Francisco Antonio Avelino era un crítico hasta de sus propios trabajos bibliográficos. Pero la razón por la que forma parte de este escrito se debe a que en una ocasión que tuvo la osadía de definir “Política” en una sola palabra, sin temor a equivocarse estableció que la única palabra que por sí sola define las ciencias políticas es “Simulación”.
Lo cierto es que al pasar los años he reflexionado sobre ese acontecimiento, lo que me ha llevado a considerar que el maestro Avelino tenía razón. Dueño de una vasta cultura y conocimientos políticos, entiendo que llego a esa conclusión después de una reflexión profunda sobre el tema. Y uso la palabra “políticos”, ya que, si alguna crítica tengo a la definición que ofreció, es que el problema no está en la política, sino en los que hacen la praxis de esa ciencia.
Los políticos son unos expertos en el arte de simular, dado que eso le genera grandes conquistas ante sus seguidores, es obvio que por los resultados obtenidos se puede valorar el éxito de un profesional. La simulación depende del rango del político.
Simular que tiene grandes contactos con los altos dirigentes del “partido”, es propio del político del pueblo que quiere obtener el favor de un electorado para una posición electiva de poca relevancia como un vocal-regidor-de un distrito municipal. Pero ese candidato debe simular que además del contacto tiene recursos económicos para resolver ciertos problemas de las personas mas vulnerables del pueblo.
El aspirante a diputado o senador de una provincia simula las relaciones en las altas instancias del partido, pero además debe aparentar que está muy bien económicamente, luciendo una Tahoe recién adquirida, a pesar de que debe el 90 por ciento en la agencia que le facilitó el crédito. Además, debe simular que está dispuesto a resolver todos los problemas que aquejan su provincia, sabiendo que su rol en el congreso nada tiene que ver con la construcción de obras. Claro, en ocasiones simula tener conocimiento de lo que se hace en el congreso nacional.
Los líderes nacionales se preocupan por simular que existen muchos problemas en la sociedad, hasta tanto logran la posición de poder que estaban buscando, en ese momento les toca simular que están trabajando para resolver. La simulación abrazar a la señora del barrio, acariciar al niño descalzo, resolver el problema inexistente, incluso hasta simular que su aspiración es solo para sacrificarse por los más desposeídos en detrimento de su propio bienestar. En definitiva, la simulación es el ejercicio de la política.