JUECES CONSTITUCIONALES MALAGRADECIDOS


El 10 de diciembre de cada año se celebra “El Día de los Derechos Humanos”, cuyo acontecimiento se debe a que en el año 1948 se adoptó por la Asamblea General de las Naciones Unidas “la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. El ideal plasmado en ese instrumento internacional es la lucha por una humanidad con dignidad, igualdad, fraternidad, que permitan una vida sin discriminación ni violencia. Quizás con esa intención o sin proponérselo el Consejo Nacional de la Magistratura escogió cuatro jueces que formarán parte de la matrícula de los trece jueces que conforman el Tribunal Constitucional Dominicano. Conforme al artículo 184 de la Carta Magna Dominicana, este órgano constitucional tiene como propósito primigenio garantizar la supremacía constitucional y el respeto a los derechos fundamentales.

Como garantes de los derechos fundamentales, los jueces del Tribunal Constitucional deberán actuar apegado a los principios y valores que emanan del texto constitucional, para ello tendrán que ser malagradecidos –palabras pronunciadas por Carlos Gaviria Díaz1937-2015, en un congreso organizado por la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS) donde trato el tema “Perfil del Juez Constitucional”-según éste ex presidente de la Corte Constitucional de Colombia, una de las características que debe cumplir un juez constitucional es no agradecer a las personas que hicieron posible su elección.

Esta es una condición de todo juez, sea constitucional o no, que elegido en la mayoría de los casos por el poder político deben actuar de conformidad a las normas legales y constitucionales que rigen la sociedad en sentido general.

Por ello, los jueces elegidos por el Consejo Nacional de la Magistratura para ocupar las vacantes del Tribunal Constitucional han de ser fieles a la constitución y las leyes, aun a pesar de que su elección la realice un órgano político. Una gran parte de la sociedad dominicana ha acogido de buena manera la elección, el nivel académico, el ejercicio profesional y sus condiciones morales así lo atestiguan, según las informaciones públicas que se manejan de los nuevos miembros. Esa sería su carta de presentación al momento de tomar las decisiones de la trascendencia que toma un órgano constitucional, pues el Tribunal Constitucional puede dirimir conflictos que influyan de manera decisiva en los derechos de cada uno de los ciudadanos que conforman la sociedad dominicana. Así que, decisiones que inciden en la vida política, social, económica y cultural de toda la nación pueden ser emanadas de dicho órgano.

Implica por tanto, que los jueces elegidos para formar parte de ese órgano, deben ser parciales sólo con los principios y valores constitucionales que ellos muy bien conocen.

Sabemos, como la mayoría de los dominicanos que algunos de los elegidos han participado de manera activa a favor de algunos de los actores políticos que los eligieron, pero también que los valores morales de cada uno de los nuevos integrantes deben estar por encima de esas fidelidades políticas o partidarias. Pues todos en una forma u otra tenemos inclinaciones aun sea filosóficas hacia algún grupo o filosofía política, sin embargo, ello no es óbice para saber la trascendencia que tiene una decisión que tomemos en contra de los valores y principios constitucionales.

Al final los hombres serán juzgados por la sociedad de conformidad a su determinación personal cuando le toque el momento de elegir el camino correcto frente a decisiones trascendentales. No cabe duda que la elección para los entendidos en materia constitucional ha sido acertada. Ahora le tocará a los elegidos saber a quién deben fidelidad. Si resultaran malagradecidos con los que lo eligieron, serán jueces constitucionales capaces de tomar decisiones que afectando los intereses de los que lo postularon y escogieron, beneficiarán los valores y principios constitucionales, que no es más, que beneficiar la sociedad dominicana en general.

¡Jueces Constitucionales malagradecidos es lo que necesitamos!

 

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