FACTURA PENDIENTE

Recuerda ese día, hace casi dos años, atravesaba la 95 S, le faltaba hora y media para llegar a su destino. Optó por entrar a un restaurant que un amigo apostó a que le encantaría y… perdió esa apuesta.

Precioso lugar, elegantísimo, una mezcla cultural en el diseño, cuadros, colores frescos…
Entró, saludó, eligió la mesa que más le gustaba…
En el trayecto a sentarse, distraido, observando la decoración, su hombro derecho hizo contacto con alguien pero no se detuvo a mirar solo dijo: “Perdon”… y siguió.

Ya en su mesa, pidió un vaso de agua con lima (limon amarillo), miró su teléfono solo para saber qué tiempo podría durar allí… y lo guardó.
El mesero llega con su agua, y le deja una nota que le habían enviado en una servilleta: “Fracturaste mi hombro” (así mismo en español)… Sonrió sin levantar la mirada, pues ya se imaginaba que alguien esperaba su reacción… No quitó la vista de su vaso, tomaba agua despacio, sin dejar de sonreir.

Ubicó el baño, necesitaba lavar sus manos, se levantó de la mesa… Al regresar, encontró otra nota: “Tu Amistad o el Bill del hospital”.

Se rió a carcajadas, tanto, tanto… que tuvo que bajar la cabeza unos segundos, al levantarla, estaba frente a una joven y… le hubiese salido más cómodo y menos estresante pagar el bill ese!!!

“¿Qué tiempo de Amistad saldaría la factura de tu fractura?”… Le preguntó.
Ella sonrió, haló la silla y… negociaron.

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