Entre ministerio de la paz y la verdad: Israel y Palestina
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El ministerio de la paz es el encargado de hacer la guerra, el ministerio de la verdad encargado de reescribir la historia (Orwell, George, 1984). En la distopía que describe George Orwell en su novela, retrata lo que hoy conocemos como post verdad. Término de moda para referirse a la forma en que se manejan los hechos en la sociedad actual. Lo más impactante que tiene la sociedad de la posverdad es ponernos en una situación tal, que es imposible diferenciar la verdad de la mentira, mientras más confusión generen mejor.
Desconocer a fondo las sociedades del medio oriente, no es óbice para entender que actualmente existe un conflicto que puede afectar no solo el pueblo israelí y el palestino, dado que en una sociedad globalizada es cada vez más latente quedar afectado por aquello sucesos originados en cualquier parte del mundo, trasladando sus efectos al patio de otro país que se encuentre por razones de distancia al otro extremo del planeta. Por eso sin conocer de manera plena la situación me atrevo a opinar que el conflicto palestino-israelí afecta directa o indirectamente a todos como seres humanos.
En toda guerra la primera mártir es la Verdad, de manera que descubrir lo que pasa en realidad en esa masacre que se despliega a todo color en los medios de comunicación de occidente es una labor titánica, no se puede dar por cierto ninguna información sin antes hacer una depuración juiciosa de quien dice la verdad. Cuando los medios de comunicación relatan que el pueblo judío merece tener un territorio para mantener su unidad cultural como sus creencias religiosas y política, no sabemos si en realidad se trata del pueblo judío o de un grupo de lideres sionista que a costa del pueblo ha decidió hacer la guerra como medio esencial para predicar la paz.
Por otro lado, cuando se replica en los medios que el pueblo palestino está siendo victima de una masacre sin precedente por parte del gobierno israelí, no podemos dar por cierto que la muerte de cientos de civiles en un hospital en la franja de gaza se trato de un artefacto enviado por el Estado israelí, dado que incluso, son confusas las razones que salen a la luz pública, y no sabemos si un grupo de mercenarios palestino es capaz de inmolar a sus propios conciudadanos con la finalidad de mantener sumergida en el odio a una población para que entienda que solo con la guerra en contra de Israel puede lograr la paz.
Cada una de las partes en conflictos se encarga de mantener a sus presas informadas a través del ministerio de la Verdad, la importancia de la guerra. El ministerio de la Paz de su lado se encarga de mantener agitada las armas que hacen la guerra. Sin guerra no hay paz repite el ministerio de la verdad y la guerra es la paz repite constantemente el ministerio de la guerra.
Es por eso cada día el “gran hermano” se encarga de aparecer en la gran pantalla con sus “dos minutos de odio”, donde queda claro quien es el traidor que es necesario perseguir y odiar hasta la muerte. Tiene tanto impacto en la población que a partir de los treinta segundos es imposible no involucrarse en el odio visceral, saliendo a relucir la violencia, deseo de venganza, agresión verbal y física hasta desear matar al enemigo.
“Usted no sabe lo que es levantarse todas las mañanas con la seguridad de que lo mataran a uno, y que pasen diez años sin que lo maten (García Márquez, Gabriel, La Mala Hora”. Así viven esos seres humanos, con la diferencia de que a ellos sí lo están matando. Cada una de las partes en conflictos alimentan a esas masas para que no puedan distinguir la verdad de la mentira, odiando sin cesar a ese traidor que lo mantiene sumido en la miseria a unos, y que no los dejan vivir en paz a otros. Lo cierto es que esos dos pueblos no merecen vivir en la incertidumbre que sus líderes le mantienen, solo por no ceder en sus egos. No es verdad que la guerra conduce a la paz.