MEDICINA Y DERECHO: VACUNA E INTEGRIDAD PERSONAL
|La vacuna ha salvado muchas vidas en el mundo, desde que el cirujano Edward Jenner (1749-1823) plasmó en un textos sus hallazgo después de veintiocho años de indagación metódica, una variante en la práctica inoculatoria basada en la observación empírica, de que las personas infectadas por viruela desarrolladas en el ganado vacuno se hacían refractarias a la viruela humana. Es partiendo de ese descubrimiento que inicia lo que se conoce como la vacuna contra la viruela.
No se puede negar que los años siguientes fueron de estudios y desarrollo de distinta clases de vacunas, que han generado más vida y mejor salud a la población mundial. Las vacunas ayudan a proteger contra muchas enfermedades que solían ser mucho más comunes, tal es el caso del tétanos, difteria, paperas, sarampión, tos ferina (tos convulsiva), meningitis y poliomielitis.
Ahora bien, el desarrollo de una vacuna, nunca ha sido tan documentado como los distintos tipos que se ha desarrollado contra el covid-19. Es que a diferencia de lo que sucedía antes que el desarrollo de una vacuna tardaba años, ahora en menos de un año se ha producido múltiples tipos de vacunas desarrolladas por varios laboratorios de países. Esto, como era de esperarse ha suscitado muchas preguntas que aun carecen de respuestas.
¿Es confiable una vacuna desarrollada en tan poco tiempo? Para responder es necesario determinar la rapidez con que la ciencia ha avanzado en los últimos 40 años, desde el descubrimiento del genoma humano hasta el desarrollo de la nanotecnología, permiten que el desarrollo de medicamentos altamente efectivo, sean cada vez más rápido.
Sin embargo, el avance de los descubrimientos científicos, no es obstáculo para dudar de la efectiva y la bondad de la medicina. Pues existe problemas de bioéticas, que deben ser despejados por los gobiernos que están aplicando las distintas vacunas a la población. Una gran parte de la población no quiere vacunarse por las versiones de conspiración vertidas en tornos pandemia.
Los temas han versados desde el uso de la nanotecnología para espiar a la población hasta el hecho de que se utilizaran para provocar daños generalizados con el fin de reducir la población mundial, todo esto en torno a las vacunas para el covid-19.
Pero lo más relevante desde el punto de vista jurídico, es el hecho de que según la Constitución Dominicana y los tratados internacionales de derechos humanos “Nadie puede ser sometido, sin consentimiento previo, a experimentos y procedimientos que no se ajusten a las normas científicas y bioéticas internacionalmente reconocidas. Tampoco a exámenes o procedimientos médicos, excepto cuando se encuentre en peligro su vida, articulo 42 numeral 3 de la Constitución Dominicana”.
Por tanto, si alguien entendiera de manera inequívoca que con las vacunas está siendo sometido a un experimento médico-científico, válidamente puede negarse a que le vacunen, pues tendría arraigo en el derecho constitucional. Es por ello que las autoridades de cada país deben procurar convencer a sus ciudadanos de que las vacunas actuales son tan necesarias, como la desarrolladas años atrás, aquellas que han logrado salvar tantas vidas y proteger la salud de las personas.
Finalmente, es una señal de alivio, saber que las vacunas actuales están siendo monopolizadas por los países más desarrollados, implicando que los países en vías de desarrollo como siempre, sean los últimos en acceder a las dosis de vacunas necesarias para su población.
Sabiendo que los poderosos son los que tienen mejor acceso a la información de calidad, no me cabe duda de que las vacunas son más beneficiosas que perjudiciales para enfrentar el covid-19. El derecho entonces deberá cederle el espacio en estos momentos a la medicina, siempre que se determine que la bioética está presente en el trabajo que se viene desarrollando para evitar los males de la pandemia.