No estoy loco: solo pienso diferente
|En días recientes he encontrado un autor desconocido para mí, si bien, había tenido información de un escrito titulado “Desobediencia Civil”, no recuerdo haber escuchado mencionar el nombre de Henry David Thoreau (12 de julio 1817-6 de mayo 1862). Thoreau fue un autor prolífico a pesar de que murió muy joven. Pero su historia de vida es mucho más interesante que sus escritos, dado que se atrevió a pensar diferente, en una época en la que las disidencias eran escasas, tal como ahora.
En la ciudad de Concord, Massachussetts en Estados Unidos, la vida de Thoreau es bastante conocida, no solo por el hecho de ser un rebelde de su época, más bien, por la forma en que mostró su rebeldía. A pesar de haber estudiado en la famosa Universidad de Harvard, David se refugió en la intensidad del bosque durante más de dos años y en una de sus frases celebre dice “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido”.
En Carta a un buscador de sí mismo dice “Todos los médicos coinciden en que sufro falta de sociabilidad. Nunca hubo un caso como el mío. Primero, no tenía conciencia de sufrir. Segundo, como diría un irlandés, pensaba que sufría una indigestión de sociedad”. Pareciera que Henry David Thoreau, estaba tratando buscar una explicación a la vida en sociedad, lo cual no es aconsejable cuando todos coinciden en que el orden existente debe ser respetado.
Thoreau no es el autor que las sociedades capitalistas quisieran, pues estaba opuesto a la esclavitud, al pago de impuestos para subvencionar guerras y muchas otras cosas que le valieron ser tildado de loco, inadaptado social o rebelde. Pero su pensamiento no es diferente a muchos que hoy proponen vivir con menos intervención del Estado y más eficiencia en los recursos que los Estado nos “sustraen” a los que trabajamos.
Es muy conveniente para los Estado y los que manejan los hilos del poder, que la sociedad vea a los disidentes como locos, pues aquel que decide pensar diferente a la mayoría de las personas, debe mantenerse al margen de esos grupos sociales que como borregos deciden seguir los designios del poder. Disentir de la mayoría no significa estar loco, todo lo contrario, puede que estés mucho más racional que aquellos que dicen tener la verdad.
Si analizamos el pensamiento de Thoreau nos damos cuenta que cuestionada el despilfarro de los recursos públicos para imponer las ideas de los que gobiernan, hoy no es diferente. El desacuerdo es síntoma de locura. Expresar con la pretensiones de exigir que hagamos sacrificio para que el gobierno obtenga más recursos, es sinónimo de loco, dado que según los gobiernos, la crisis que ha dejado la pandemia requiere que todos nos sacrifiquemos. Sin embargo, cuando observamos las comitivas que acompañan a los ministros del gobierno para hacer alarde de la construcción de una carretera, nos damos cuenta que el sacrificio es solo para los que pagamos.
Thoreau era la minoría en la sociedad que vivió, pero ello no quiere decir, que le faltara la razón. Las minorías pueden estar sustentadas en la razón, la mayoría por el hecho de serlo, no los hace dueño de la verdad. Por eso, se considera más fructífero sacar de la sociedad aquella persona que disiente y llamarle “Loco” solo porque piense diferente.
Se vale pensar diferente, la democracia se fortalecería en la medida que se permita al que piensa distinto a la mayoría expresar sus ideas con libertad. Ojala no sea necesario alzarse a la montaña, por el solo hecho de pensar diferente, la diferencia no es sinónimo de locura, quizás sea la verdadera racionalidad en un mundo de locos.