Entre Dios y el Diablo: Mantequilla…
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Mi pueblo está en las cuatro esquinas, Sabana Grande de Boya es un municipio de la Provincia Monte Plata, está ubicado a unos 70 kilómetros de Santo Domingo. Tiene atractivos naturales como ríos y bosques, pues parte de su territorio pertenece al Parque Nacional los Haitises. Sin embargo, en las últimas dos semanas ha sido tendencia en los medios de comunicación tradicionales y alternativos. Un personaje denominado “Mantequilla” ha realizado el milagro de los panes, aunque a diferencia de Jesucristo, la multiplicación realizada por él, en el pueblo donde nací se trata de dinero.
El Municipio de Sabana Grande de Boya ocupaba el lugar número 20 dentro de los municipios más pobres, de conformidad con el Mapa de Pobreza elaborado por Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo Unidad Asesora de Análisis Económico y Social en el año 2014.
Lo que equivale a decir que en ese momento mantenía unos niveles de pobreza deplorables, que llevaba el nivel de vida de sus habitantes a condiciones de marginalidad extrema. El nivel de pobreza de una comunidad es un terreno fértil para sembrar esperanza, dado que las personas que “no tienen más que perder que sus cadenas-Karl Marx”, pueden incursionar fácilmente en la “revolución” para conseguir dinero.
Ese escenario es el preferido por los profetas, pastores, dictadores y aventureros para cautivar con esperanza a personas que ya han perdido, quizás, hasta su dignidad. Por ello, no es raro descubrir que muchos que se denominan creyentes en Dios, estén dispuestos a presentar esos personajes como enviados del cielo para que le resuelvan sus necesidades inmediatas. Es lamentable ver como personas que deberían ser orientadores del conglomerado social al que pertenecen, se involucran en estas aventuras con el deseo de obtener ganancias fáciles.
Es por esas necesidades básicas sin resolver, que las personas ya no distinguen entre Dios y el Diablo, y que cuando alguien ofrece resolver sus problemas inmediatos, poco le importa el mandato bíblico de que el “El Amor al Dinero es el fruto de todos los males”. Males que solo se agudizaran, en la medida de que surjan los verdaderos demonios que pululan detrás de esos diablos, vestidos de dioses.
El dinero fácil, no existe. Es una verdad invariable, que cuando se trata de cambiar, los resultados son catastróficos para las personas que tratan de obtenerlo. En el caso del famoso “Mantequilla”, la debacle es clara, es insostenible cualquier estructura que violentando las leyes del mercado, ofrezca pagar intereses por encima de lo que genera el capital. Pero las personas no se detienen a analizar el mercado, por más que le expliquen la lógica de ese tipo de negocio, no entran en razón, solo saben que algunos han logrado multiplicar su dinero, como Jesús multiplicó los panes y eso se debe a la magia de “Mantequilla”.
Por tanto, cuando de dinero se trata, las personas poco le importa de donde provenga, tal que puedan pagar sus acreencias y cubrir sus necesidades, por eso es que entre Dios y el Diablo, las personas están dispuesta a confesar su fe a “Mantequilla”, que
no es otra cosa que al dinero, pues cuando culmine la gloria de aquel, ofrecerán sus oraciones al nuevo rey, siempre que pueda multiplicar dinero.
Tal es el desamparo que tendrán las víctimas en cada uno de los esquemas piramidal que se presenten, que incluso es poco lo que puede hacer una vez sea timado por los hábiles dioses, pues cuando la víctima ha sido parte activa o causante del resultado lesivo, el derecho no puede hacer magia como lo ha hecho “Mantequilla”. Pues existe, al menos, en derecho penal la eximente, cuando la víctima es parte activa en la comisión del delito, en estos casos es evidente que las víctimas están consciente de que entregan el dinero voluntariamente para procurar ganancias exorbitantes.