Nota cultural –Recordando a Séneca
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Un día como hoy, 12 de abril del año 65 después de Cristo, murió Lucio Anneo Séneca, en Roma, Imperio Romano. Para distinguirlo de su padre, que tenía el mismo nombre, se le llamó “Séneca el Joven”. Fue un político, filósofo, escritor, pensador, orador, senador y gran intelectual romano, que se hizo inmortal gracias a sus obras de carácter moralistas. Cabe destacar que Séneca, con su mente preclara, asumió su discurso moralista en momentos en que la sociedad romana marchaba por rumbos inciertos, donde lo que predominaba era la búsqueda del placer mundanal, los antivalores, la ausencia de principios éticos y los afanes por las cosas materiales.
Séneca fue admirado por los grandes humanistas de la historia, como fueron: San Agustín, San Jerónimo, Juan Calvino, Erasmo de Rotterdam, Francisco de Quevedo, René Descartes, Honoré de Balzac, Jean –Jacques Rouseau, entre otros. Séneca saltó a la fama universal 19 siglos después de su muerte. Su mayor influencia se experimentó durante el humanismo del renacimiento europeo, donde sus ideales y prédicas sobre “una vida sobria y moderada como forma de hallar la felicidad” impactaron de manera positiva en el pensamiento renacentista. Las obras de Séneca que, en esencia, resumen su filosofía, se dividen en cuatro grandes bloques, que son: 1) Los diálogos; 2) Las cartas; 3) Las tragedias; y 4) Los epigramas.
Termino esta nota con un pensamiento de Séneca, cito: “La recompensa de una buena acción está en haberla hecho”.