LOS PASILLOS DE LA MUERTE: CENTROS MEDICOS PRIVADOS.

Nick Yarris fue condenado a muerte cuando tenía 20 años de edad por el asesinato y violación de una mujer que él no cometió, paso 22 años en una cárcel de Estados Unidos esperando ser ejecutado (BBC, 2016). A ese tipo de condenados lo destinan a celdas solitarias que denominan “el Corredor de la muerte”, así pasan largos años esperando la ejecución de su sentencia de muerte, entre apelaciones que tienen altos costos, que la mayoría no pueden solventar, sin embargo, Yarris logró esperar con paciencia para salir airoso del “corredor de la muerte”.

A diferencia de Estados Unidos la República Dominicana no tiene en su legislación la pena de muerte como sanción penal, sin embargo, muchos dominicanos llegan a unos pasillos que culminan en la misma penas por razones distintas a los convictos a pena de muerte, pero con los mismos resultados, es decir, la muerte en este caso, es por haber cometido el crimen de no tener los recursos para depositar dinero en efectivo al centro médico donde llega accidentado o con una situación de salud que le puede costar la vida. Es el caso de Sandy-nombre ficticio de un accidentado-el cual llegó a las once de la noche del día del accidente al centro médico privado, con lesiones internas que le impedían la respiración de manera normal, pues tenía un sangrado interno que literalmente le ahogaba órganos vitales para su supervivencia. En el pasillo de la muerte su hermano y un amigo de éste, quienes fueron las personas que lo trasladaron al centro médico privado, le rogaban a los médicos y enfermeras de la emergencia -por favor- atiéndanlo rápido que se va a morir, pero el personal del centro solo atinaba a decir que debían ir al departamento de admisiones para realizar un deposito de Quinientos Mil Pesos (RD$ 500,000.00) de lo contrario debían llevar su familiar a un centro público de salud, ya que hasta la realización del depósito no se podía dar ingreso al paciente.

Finalmente el hermano y amigo debieron abandonar “los pasillos de las muertes” del centro médico y, siendo las tres de la madrugada lograron trasladar a su familiar y amigo a otro centro de salud privado, en cuyo centro la exigencia era solo Cien Mil Pesos (RD$ 100,000.00) de depósito para ingresar al paciente, aunque el tiempo transcurrido entre las diligencias para encontrar el dinero del depósito y el traslado a otro centro fue demasiado en los “pasillos de las muertes” para las heridas internas que presentaba el joven se logró ingresar al nuevo centro, pero falleció a las 3:40 A. M. de esa madrugada.

El relato anterior es uno de tantos que a diario suceden en los centros médicos de salud privados de la República Dominicana, donde tal como el convicto que espera su sentencia de muerte en su fría celda, los pacientes deambulan con sus heridas y enfermos esperando en “los pasillos de las muertes” recolectar el dinero para aplazar la sentencia de muerte, acudiendo al juez llamado dinero en efectivo para depositar en las cárceles-centros médicos privados-en donde son llevados los condenados para un accidente o enfermedad grave y urgente.

Todo ello a pesar de que la Constitución Dominicana protege la vida desde la concepción y promueve un marco legal donde el ser humano sea el centro de atención de los poderes públicos y de las personas privadas que brindan servicios básicos como es el de la salud, cada día se violenta el derecho a la vida, la dignidad e igualdad de los dominicanos, que estando su vida en peligro por una situación de salud inesperada necesitado de atención médica inmediata y urgente, se le deja morir en “los pasillos de las muertes” de los centros de salud, solo por no tener ellos o sus familiares los recursos para realizar un “deposito” en efectivo antes de ser atendidos.

Aun cuando la propia la Ley General de Salud (42-01) establece en su artículo 28 “Todas las personas tienen los siguientes derechos en relación a la salud: a) Al respeto a su personalidad, dignidad humana e intimidad, y a no ser discriminada por razones de etnia, edad, religión, condición social, política, sexo, estado legal, situación económica, limitaciones físicas, intelectuales, sensoriales o cualquier otra; b) A la atención de emergencia en cualquier establecimiento del Sistema Nacional de Servicios de Salud”. Sin embargo, en la realidad que viven los dominicanos es deplorable con un derecho a la salud cada día menos accesible, dado que por falta de recursos económicos mueren en los pasillos de los centros de salud, lo peor es que de haber recibido atención inmediata muchas vidas no se habrían perdido, pero sin consecuencias para los centros y personal médico que cada día actúan de espalda al juramento hipocrático según el cual dice “Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones”.

 

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