DIA DEL MAESTRO: MÁS ESCUELAS, MENOS CARCELES.
|A propósito de celebrarse el día 30 del mes de junio de cada año “El día del Maestro” dominicano, es propicia la ocasión para recordar la frase de Víctor Hugo que reza “El que abre la puerta de una escuela, cierra una prisión”, la frase anterior lleva a pensar que las escuelas pueden contribuir a la disminución de la delincuencia, especialmente, aquella que involucra a los niños, niñas y adolescentes. Quizás la reflexión del autor de “Los Miserables” está basada en la experiencia que permite acumular años de observación y vivencias. La escuela tradicional que en su génesis tiene unas estructuras muy parecidas a las cárceles-uniformes, cerradas, disciplina, etc.-jugó un rol de primer orden en la formación y capacitación del hombre en aquel momento histórico. Pero ese papel solo fue exitoso cuando los padres eran aliados de los maestros en la conducción de la educación y formación de los hombres y mujeres del futuro.
Esa alianza estratégica entre padres-familia en sentido amplio-y escuelas-maestros-dieron como resultado que en educación y formación había una responsabilidad compartida entre ambas instituciones sociales-familia y escuela-. Por un lado la escuela-maestros-eran los encargados de la instrucción escolar, formación en ciencias, religión y deportes; mientras por otro lado los padres-familia-eran los responsables de principios éticos, morales, modales y respeto a los demás miembros de la sociedad, incluso por el rol que desempeñaban los maestros en esa formación integral, por lo que existía una alianza entre escuelas y padres en la educación de los hijos. En razón de ello el maestro era respetado por los estudiantes, hasta el punto que se convertían en un miembro más de la familia, pues el educador formaba parte esencial de la comunidad y pasaba a ser un ente consultivo hasta para las decisiones familiares sobre el comportamiento de sus hijos en las escuelas y en el conglomerado social, es decir, el maestro era guía en la escuela y en la sociedad.
La responsabilidad que tenían los padres y los maestros en la educación y formación de niños era tal que las normas civiles y penales le atribuyen sanciones por las conductas de sus hijos y alumnos, en ese sentido el artículo 1384 del Código Civil sostiene “Responsabilidad de los Padres (párr. 2do…) y de los maestros (párr. 4to.), por los daños causados por sus hijos menores y por sus alumnos, respectivamente”. Además el código penal napoleónico sostiene en el artículo 380 “Tampoco se reputarán robos las sustracciones entre ascendientes y descendientes, y sus afines”. Al parecer el legislador histórico entendió que cuando un ascendiente o descendiente-que incluye hijos-cometen robos en contra de sus padres están incurriendo en una conducta que deberían haber previsto sus progenitores, ya que son éstos los formadores primordiales en la educación y la formación de sus hijos. Esta aseveración puede ser especulativa, pero no deja de ser lógica, ésta juega un rol determinante en la formación de las leyes.
Los acontecimientos de los últimos meses en las escuelas “estudiantes despiden el año rompiendo pupitres; estudiante apuñala otro en una escuela; video en las redes donde dos estudiantes practican sexo a una estudiante, entre otros”, deben llamar la atención de los padres y maestros en la formación integral de los hijos-estudiantes-. Las irresponsabilidades en las dos instituciones que más inciden en las conductas futuras de los jóvenes-la escuela y los padres-, parece estar en un punto de no retorno. Es común ver padres que no aceptan que los maestros apliquen las normas disciplinarias a sus hijos en las escuelas, a tal punto que algunos padres solo asisten a las escuelas cuando van a reclamar una sanción impuesta a su vástago por indisciplina, o cuando en sus calificaciones se evidencia la falta de dedicación en las clases. Pero nunca asisten a las reuniones para escuchar de los maestros las malas conductas de sus hijos.
Habrá que concluir que los padres se alejan cada vez más de sus hijos y de las escuelas, depositándolos desde temprana horas, dejando en mano de los maestros toda la responsabilidad de la formación de sus hijos. Es penoso ver como la sociedad del “conocimiento” está centrando sus esfuerzo en la producción de bienes económicos, los cuales al final no servirán para costear la estadía por largos años en las cárceles, ni para recuperar la salud emocional que representa la perdida en las drogas o la delincuencia de nuestros hijos. El antagonismo entre padres y maestros solo alimenta el flujo hacia las cárceles de los futuros delincuentes. Ojala se rescate el valor del maestro en la sociedad, así construiríamos escuelas en vez de cárceles. De lo contrario Dios nos encuentre confesados.