El Manifiesto del 16 de enero de 1844 y el presente

Hace alrededor de tres años que publiqué en el diario digital elpaisdominicano.com.do un artículo que versa sobre El Manifiesto de Enero de 1844 y que, por razones históricas, reproduzco, con ciertos cambios, para compartirlo con ustedes, a fin de conmemorar una vez más las hazañas heroicas de los actores que protagonizaron los días iniciales de nuestra Patria. Veamos:

Cumple nuestra Patria 174 años de Independencia. Entre sus actos fundacionales, además de la Proclamación de Independencia del 27 de febrero y de la Constitución de noviembre 1844, se encuentra el Manifiesto de los pueblos de la Parte Este de la Isla antes Española o de Santo Domingo, sobre las causas de la separación de la República Haitiana, del 16 de enero de 1844.

Dicho manifiesto, documentado, fue la conjunción de criterios entre liberales y conservadores. Es decir, en esta declaración se polarizaban las posiciones sobre la Independencia del grupo de los Trinitarios (con Juan Pablo Duarte ausente –exiliado en Venezuela–) y del grupo liderado por Tomás Bobadilla y Briones.

Bobadilla, en la sesión del Tribunado del 10 de junio de 1847, manifestó que fue el autor del Manifiesto de enero de 1844. Y afirmó: “Creo, señores, que ninguno puede ser mejor dominicano que yo. Yo fui el primero que dijo: Dios, Patria y Libertad; yo fui el autor del Manifiesto del 16 de enero; yo en la noche del 27 de febrero me encontraba a la cabeza del pueblo; yo fui el Presidente de la Junta Gubernativa…”.

Sin embargo, hay otras versiones –históricamente conservadas–, en las que se atribuye la redacción del texto a Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.

Por un lado, el historiador haitiano Thomas Madiou suscribe la idea de que: “Cuando estos juzgaron que todo estaba ya bien preparado para que la separación fuera proclamada, determinaron hacer un manifiesto de la parte oriental de la isla contra la dominación haitiana”. Y agrega que, “Francisco del Rosario Sánchez, ayudado por Mella, se encargó de redactarlo y en una reunión que tuvo lugar en la noche del 15 de enero de 1844 se le dio lectura y fue aprobado por todos los conjurados”.

Mientras que Ramón Lugo Lovatón –tal como lo expresa Guido Despradel Batista– presentó la versión de que Sánchez fue el autor del Manifiesto y que, a pesar de la delicada situación de aquellos momentos históricos, “pudo, con relativa calma”, concentrarse en su redacción; contando con la ayuda de Manuel Dolores Galván, a quien dictó el contenido del documento.

Otra versión, dada por Don Manuel Joaquín Delmonte, es aquella en la que Mella recomienda a Sánchez ir donde Tomás Bobadilla –hombre de mayor conocimiento y experiencia– para que verificara y corrigiera falencias en el documento. Ello, naturalmente, implicó al líder conservador en la redacción y, evidentemente, lo coloca como uno de los redactores del Manifiesto.

El Manifesto de Enero de 1844 se construyó a partir de las necesidades de un momento. Recogió los principios e ideales que sirvieron de base para la proclamación de nuestra independencia. Su valor como norma estaba destinado a ser ponderado a partir de la eficacia para poder tener alguna consecuencia; y la tuvo, pues luego de ello se alcanzó el fin deseado y el Manifiesto –como expresión de principios– significó la simiente para la elaboración del sistema normativo dominicano.

Con el Manifiesto se aprecia la fusión de ideas, la integración de criterios (liberales y conservadores); y de ello podemos aprender –a casi dos siglos de existencia– que, al final, para que un Estado progrese y alcance sus objetivos, lo primero es ponerse de acuerdo y que, además, sus líderes aporten ideas y cedan cuando sea necesario.

Radicales y extremistas hay muchos ya. Hoy es necesaria una nueva confluencia de ideas, dirigida hacia la construcción de un país más independiente –en todo sentido–, capaz de sobrellevar los problemas y sortearlos con soluciones inteligentes, alcanzando así una verdadera libertad, en la que lo manifestado hoy sea la realidad del mañana.

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