SOBRE SECUESTRO, MATRIMONIO Y MENORES


El supuesto auto-secuestro de una menor en la provincia Hermanas Mirabal, pone nuevamente sobre el tapete la política estatal sobre los grupos en condiciones de vulnerabilidad de niños, niños y adolescentes. Este grupo social es uno de de los pilares sobre los que se sostiene el futuro de la sociedad, dado que serán ellos los adultos que mañana serán funcionarios, gobernantes, profesores, en fin el cuerpo social sobre el cual mantiene las expectativas de la sociedad. Por lo anterior, es de suma importancia procurar que los niños, niñas y adolescentes de hoy crezcan en un ambiente social sano, impregnado de los mejores valores y principios éticos que podamos los adultos propiciar para el sano desarrollo del futuro de la sociedad. Pero ¿Qué estamos fomentando como sociedad para lograr el sano desarrollo de ese conglomerado vulnerable? Al parecer no tenemos claro lo que debemos hacer para encausar los niños, niñas y adolescentes por el camino correcto.

Es penoso que nuestro ordenamiento jurídico aun contempla el matrimonio para una niña de 15 años de edad, según lo que establece el artículo 144 del Código Civil Dominicano, implica que es posible legalmente el matrimonio infantil, sin embargo, vemos en los medios de información masiva es condenando ese tipo de matrimonio, pero no hacemos nada para evitarlo. Este escenario se mantiene a pesar de que tanto la Constitución Dominicana en su artículo 56 numeral 1 sostiene “Se declara del más alto interés nacional la erradicación del trabajo infantil y todo tipo de maltrato o violencia contra las personas menores de edad. Los niños, niñas y adolescentes serán protegidos por el Estado contra toda forma de abandono, secuestro, estado de vulnerabilidad, abuso o violencia física, sicológica, moral o sexual, explotación comercial, laboral, económica y trabajos riesgosos”, y la Ley 136-03 en su principio V que establece el Interés Superior de Niño, Niña y Adolescentes, es decir, que cada uno de estos instrumentos están para garantizar el sano desarrollo de los menores de edad.

Ahora bien, una cosa es la disposición legal y otra muy distinta es nuestra realidad cultural y la responsabilidad que como sociedad estamos asumiendo frente al problema. Es imprescindible que al momento de analizar el fenómeno del matrimonio infantil entendamos que existe una especie de corresponsabilidad social cuando vemos los casos concretos, a saber: en el caso de Emely Peguero, la menor fallecida mientras se le practicaba un aborto clandestino, existía el conocimiento de parte de sus progenitores de la relación de pareja que tenía la menor con quien resulto ser su victimario, por tanto, independiente de lo aberrante del hecho, es necesario analizar el rol jugado por los padres al consentir la relación; por otro lado, el caso de la menor supuestamente auto-secuestrada que según las autoridades planifico el hecho en complicidad con su novio, se entrelazan dos factores importantes ¿Que tan enterados estaban los padres de la menor de esa relación? y ¿Que tanta importancia le dan los jóvenes a los bienes materiales como forma de satisfacer necesidades que aprecian como básicas? Sabemos que lo superfluo es lo que el mercado le está sugiriendo a los jóvenes como elemento necesario para alcanzar la felicidad.

He aquí el problemas, estamos trazando una forma de vida a los adolescentes donde la responsabilidad de satisfacción de necesidades superflua está a cargo de los padres, cuando lo cierto es que los padres solo deben responder por las acciones de los hijos, en la medida que sean parte de las decisiones que sean acordadas, a partir de ahí una conducta reprochable debe ser responsabilidad de quien la comete, pero al estar impregnado de valores y principios distorsionados, muchas veces por los mismos padres y la sociedad, entonces cuando cometen acciones deleznable, también los padres y la sociedad debe revisarse, para determinar con que valores y principios estamos orientando a nuestros jóvenes.

Si buscamos en los acontecimientos reciente, encontraremos que gran parte de la sociedad ve como normal que las menores sean parte de show mediático donde las insinuaciones morbosas son parte esencial del escenario, el matrimonio infantil como algo aceptable en su entorno social, complacer los caprichos de los hijos menores con cosas materiales solo porque son nuestros hijos, pero no hemos analizado que con ese actuar solo estamos convirtiendo en victima a nuestros propios hijos y por ende comprometiendo el futuro de la sociedad. La responsabilidad es de todos.

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