SALTAR SIN RED: YO TAMBIEN NACI EN EL 72

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María del Pilar Cuesta Acosta (Ana Belén), es una cantautora española que en un álbum del año 1994 popularizó la canción “Yo también naci en el 53”. Entre sus letras llama la atención el inicio: “Yo también nací en el ’53
y jamás le tuve miedo a vivir. Me subí de un salto en el primer tren hay que ver en todo he sido aprendiz. No me pesa lo vivido, me mata la estupidez de enterrar un fin de siglo distinto del que soñé”, continúa diciendo “…Una tuve, sintiendo la sangre arder me abracé sabiendo que iba a perder,
siempre encuentras algún listo que sabe lo que hay que hacer que aprendió todo en los libros que nunca saltó sin red”.

Parafraseando a la cantautora, Yo también nací en el 72, al igual que muchos de mi generación soñé con un inicio de siglo distinto al que estoy viviendo, he sido aprendiz en muchos cosas, he visto muchos de mi generación que han sido muy listos, no se han arriesgado a nada, porque siempre que han saltado lo han hecho con apoyo del poder político de turno.

Ésta forma de obtener riquezas, beneficios, títulos y poder no ha sido el mejor ejemplo para las generaciones futuras. Se ha concebido el Estado como un trampolín para ventajas personales y familiares. Pero la decepción sufrida por los actos de muchos de mi generación no ha logrado calar en las convicciones de muchos otros, que al igual que yo nacieron en el 72.

Existe dentro de nuestra generación-unas víboras-Mateo 12:34-que no pueden hablar de cosas buenas porque son malos por naturaleza, pues “de la abundancia del corazón habla la boca”. Es que han acumulado tanto poder terrenal que solo eso tienen “poder” por eso son “ricos” en lo material y pobres de espíritu, solo quien tiene miedos, necesita acumular poder para esconder sus propias debilidades. Buscar poder, dinero e influencia a cualquier costo, solo revela la debilidad existencial del ser humano.

El poder como cualquier otro bien no es malo en sí, la manera de obtenerlo y utilizarlo es lo que le cambia la naturaleza.

Por ello quienes pretenden “volar igual que las gaviotas, libre en el aire”, les han calumniado, apedreado o llamado locos. Se ha pretendido encerrar a esa generación de soñadores en jaulas, obligarlo a vivir con las “gentes”-aquellos que nunca han saltado sin red-pues de lo contrario los llevan al paredón de la ignominia, como si con ello pudieran borrar las atrocidades que han hecho para lograr tener poder y riquezas.

Si aferrarse a la posibilidad de ver una generación impregnada de valores y principios éticos en el quehacer político y profesional, lleva consigo la degradación moral, es seguro que muchos de las generaciones de los 60, 70 y 80 prefieren sufrirla, sin embargo, los que a costa de los recursos que produce la nación con el esfuerzo y trabajo colectivo pretenden llenar sus apetencias personales y grupales, tendrán que lograr desarticular todo el sentimiento de dignidad que tienen muchos de aquellas generaciones de soñadores.

Consciente de que el ejercicio del poder no tiene escrúpulo para mantener su estatus quo, es necesario hacerles saber que existen personas que están dispuestos arriesgarlo todo y, aunque no han visto el siglo que soñaron siguen luchando, soñando y deseando lograr lo que falta de siglo distinto al que estamos viviendo. No hemos aprendido todo en los libros, hemos saltado muchas veces sin red, pero también creemos que en algún momento de la vida veremos coronados esos sueños y podremos mirar hacia atrás diciendo ¡Lo logramos!

 

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