¡OTRA PANDEMIA! VIOLENCIA VIAL

El cambio experimentado en la vida de las personas en el mundo, ha contribuido a la invisibilidad de algunas cosas en detrimentos de otras.

El Covid-19 ha sepultado otros males que, en ocasiones son más dramático que el propio mal causado por la pandemia. En términos de daños económicos y emocionales es posible que por el momento nada supere el covid-19, pero en términos de pérdidas humanas es probable que la violencia vial este cobrando vidas que ni siquiera estamos contabilizando.


“Cada día 6 personas murieron en accidentes de tránsito en 2019” (El Dinero, 2020). Este titular es sintomático de lo que está pasando con la violencia vial en la República Dominicana, quizás sea una situación mundial, pero lo que se vive en las calles y carreteras de Santo Domingo es digno de tomar en consideración para las políticas estatales de prevención de violencia, muertes y saturación del sistema sanitario del país.

Dado que son muchas las causas y consecuencias que producen los accidentes de tránsito no podemos abordarlos todos en este espacio, pero el derecho nunca debe quedar exento de la problemática.


Tomar el guía de un vehículo de motor, motocicleta o bicicleta, conlleva una responsabilidad que pocos ciudadanos asumen, pues el derecho le permite realizar esa práctica, aun a subienda de que es peligrosa para sí mismo y los demás, solo con el propósito de que las sociedades avancen, pero ese permiso debe ser otorgado a personas que tengan cierto grado de conciencia sobre lo que tienen en sus manos.

Es que solo con las debidas precauciones al momento de transitar se puede reducir la pandemia de los accidentes de tránsito, pero para eso es necesario que la sociedad tome el control de ciertos elementos que pueden reducir el problema.


La educación vial es una necesidad, es necesario formar ciudadanos dispuestos a respetar las leyes de tránsito, nada hacemos con tener la moderna Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, si definitivamente no se va cumplir con sus disposiciones.


En ese contexto de leyes, educación vial y muertes por accidente, se esconde un fenómeno mucho más alarmante que debemos revisar. Es la violencia vial, dado que parece ser que el machismo presente en la violencia intrafamiliar y de género, también tiene sus incidencias en los casos de accidente de tránsito, basta con ver las estadísticas de muerte por accidente de los años 2009 al 2018 en la República Dominicana, donde de 18,292 muertes el 87.6 % fueron hombres (El Dinero, 2020), lo que puede generar la sospecha de que la violencia masculina, también es un desencadenante de la violencia vial.


Es urgente que se tomen medidas preventiva que impacten de forma positiva la manera en la que se comportan los ciudadanos en las vías de transito, no podemos detallar aquí la forma en que se comportan los conductores de vehículos pesados, de transporte de pasajeros, los motoristas y aquellos que se desplazan en vehículos privados, pero existen en el país observatorios y páginas electrónicas dedicadas a monitorear el transito, las cuales detallan la cantidad de accidente que se producen cada día en la República Dominicana. Conteste con la posición de algunos expertos y periodistas, no deben llamarse accidente, sino incidentes, pero sea cualquiera el nombre que reciba es necesario razonar sobre el daño que está provocando a la sociedad la violencia vial.


La muerte de figuras políticas, artística, deportivas y muchos jóvenes que se dedican a las carreras “clandestina”-las cuales suceden a plena luz del día-de motocicletas ha de permitir pensar que ésta pandemia puede ser mucho más peligrosa que el covid-19, en razón de que se puede quedar con nosotros toda la vida de no poner la atención requerida.

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