Oficina Nacional de Defensa Pública


Sin dilaciones discursivas, la Oficina Nacional de Defensa Pública es una institución del Estado que rompe con los paradigmas tradicionales de la mayoría de las oficinas públicas del país. La ONDP, no sólo se ha constituido en ser la Voz de los que no tienen Voz, sino además, que lo hace de manera efectiva. Quizás, sumido en la parcialidad, me detengo a decir que la oficina cuya dirección principal está en la calle Danae No. 20 del sector Gazcue del Distrito Nacional, cumple con el Deber Ser para la que fue creada: promover el acceso a la justicia, el respeto a los derechos fundamentales y el debido proceso de ley en beneficio de toda persona imputada de un proceso penal que requiera de sus servicios.

Esta institución que tiene entre sus valores y principios fundamentales, la vocación de servicio, la gratuidad, la integridad, la mística, la efectividad, me permitió ser parte, modestamente, de su efectivo personal en el verano del 2014 (1/07/2014), en calidad de abogado adscrito del Distrito Nacional, por oposición. Posteriormente, en el 2015, ingresé a la Escuela Nacional de la Judicatura en la formación de aspirante a Defensor Público. Para el siguiente año y hasta la fecha, me desempeño como Defensor Público del Distrito Judicial de Azua.

En mis primeros días en la defensa en el Distrito Nacional, como siempre, lleno de un nerviosismo y una timidez aguda, contacté la excelencia de su personal. Hablar de los conocimientos de Johanny Castillo Sabarí, del misticismo técnico de Cristian Cabrera, del temple de Rodolfo Valentín, la fortaleza de Croniz Bonilla, las habilidades de Roberto Quiroz y el estilo de litigación (mi modelo) de Leonaldis Calcaño son cosas mayores. Ya en la Oficina de Azua, debo calificar como excelentes personas al siempre amigo-defensor Iván Ibarra, y al gran ser humano, organizado y siempre dispuesto Emilio Aquino.

Muy a pesar del susurro que está saliendo en la prensa de los conflictos de la institución con entes internos y externos; de las constantes renuncias de eximios defensores y defensoras, y de abogados adscritos, no hay razones para pensar que la Oficina Nacional de Defensa Pública ha dejado de ser la mejor institución para emprender y desarrollar la carrera de derecho, defendiendo derechos fundamentales. Todos sus miembros postulamos para que la institución que representa a los más desposeídos y necesitados de la justicia penal, pueda perdurar como una institución fuerte, creíble y de gran servicio a la sociedad.

Buscar las mejores soluciones para nuestros usuarios es la tarea que más hacemos, es así mismo, que amparado en uno de los principios del proceso penal –solución de conflictos-, auguro que las diferencias o puntos discordantes, si los hay, se podrán subsanar y acordar, y los que hoy somos la nueva generación de defensores públicos, mañana nos sentiremos orgullosos de pertenecer y haber pertenecido a la institución que de manera técnica da lo mejor de sí por sus usuarios.

¡Conversar, escuchar y ser escuchados!

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