IMPUESTOS PROGRESIVOS, REGRESIVOS Y SISTEMA TRIBUTARIO

Dentro de la teoría económica existen dos conceptos para clasificar los impuestos, de acuerdo a su relación con el ingreso del contribuyente: Progresivo y Regresivo.

Un impuesto progresivo es aquel cuya tasa de tributación aumenta en la medida en que el ingreso aumenta, con lo cual el agente que más ingresos recibe debe pagar mayores impuestos porcentualmente.  Estos impuestos se destacan por ser equitativos y redistribuir la riqueza.

Los impuestos regresivos se diferencian de los progresivos porque se les cobra más a quien menos tiene en términos relativos. Es decir, mientras mayor es el ingreso, menor es el porcentaje de impuestos que efectivamente se paga sobre la base imponible. Estos se destacan porque afectan más a las personas de menos ingresos.

En la República Dominicana, se puede destacar como impuesto progresivo el impuesto sobre la renta a personas físicas. Por ejemplo, cuando un asalariado genera ingresos mayores a los RD$416,000 anualmente (RD$32 mil mensual), comienza a pagar una tasa de impuesto, y en la medida en que aumenta ese nivel de ingresos, comienza a aumentar la tasa escalonadamente hasta 25%. Por otro lado, el ITBIS, es de carácter regresivo, porque afecta más a las personas de bajos ingresos. Por ejemplo, una compra de un supermercado en la cual se pagó RD$2,000 de ITBIS, para una persona de ingresos mensuales de RD$15,000, el ITBIS que pagó representa un 13.33% de su ingreso. Mientras que, una persona que genera ingresos mensuales de RD$30,000, ese mismo monto de ITBIS solamente representa un 6.67% (ejemplo tomado de: Analytica).

Sin importar la razón que se utilice nadie quiere que lo carguen con más impuestos. No obstante, el gobierno debe empezar a aumentar las recaudaciones, y a nuestro entender, bajo la actual coyuntura social y económica, sería un desatino imponer más cargas tributarias a la clase media y a la clase más empobrecida del país. Lo más prudente es desmontar gradualmente las exenciones que tienen empresas que facturan miles de millones de pesos al año y que no pagan un centavo de impuestos. Ese gasto fiscal que generan las exenciones supera cada año los 250,000 millones de pesos. Y lo peor, nadie analiza y mide el cumplimiento de los objetivos que justificaron esas exenciones y así poder determinar la coherencia en mantenerlos o eliminarlos.


Un sistema tributario ideal supone que los mecanismos a utilizar para la recaudación no sean complejos. Que extraiga de las personas lo justo y al mismo tiempo, recaude de manera simple y eficiente lo necesario para enfrentar las necesidades del Estado. El economista Jean Baptiste Colbert, tesorero de Luis XIV, planteó que la eficiencia en términos de recaudación: “consiste en desplumar al ganso para obtener la mayor cantidad de plumas con el menor número posible de graznidos”. Y tenía toda la razón.

Cuando el ganso grazna demasiado la bilis le estropea el “foie” (hígado) y entonces ya no vale la pena matar al ganso. De ahí que la historia de los tributos haya sido siempre pendular: cuando un gobierno apretaba demasiado, el siguiente sabía que debía aflojar.

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