ESTADO DE EMERGENCIA O INSOLENCIA

Irrespetuoso, insultante, descarado, desvergonzado, ofensivo, entre otros, son algunos de los sinónimos que pudiéramos relacionar con la insolencia. Éste adjetivo seria idóneo para nombrar lo que están haciendo las autoridades con las extensiones del Estado de emergencia. No porque sea innecesario seguir los lineamientos de distanciamiento social y protección personal que recomiendan las autoridades de salud, sino, por el uso indiscriminado de la figura constitucional del Estado de Emergencia.


Los estados de excepción son figuras de raigambre constitucional que permite a las autoridades del gobierno restringir derechos fundamentales de los ciudadanos que en situaciones normales les sería imposible restringir sin incurrir en violación del orden constitucional. Por ello el artículo 262 de la norma constitucional establece “Se consideran estados de excepción aquellas situaciones extraordinarias que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de las personas frente a las cuales resultan insuficientes las facultades ordinarias”. Es a partir de ello que cuando el artículo 265 define el Estado de Emergencia lo hace partiendo de que existe una perturbación grave e inminente en el orden económico, social, medioambiental o que constituyan calamidad pública.


Siendo las dificultades económicas y sociales por la que está atravesando el país y gran parte de la humanidad es una insolencia por parte de las autoridades congresuales la forma en que han aprobado una nueva prórroga del estado de emergencia e igualmente la forma en la que el gobierno está utilizando las facultades extraordinarias otorgada por el congreso. En el caso del primer poder del Estado-Congreso Nacional-fue tan insolente en su comportamiento frente a la población que le eligió, que siendo ellos los congresistas que aprobaron la Ley 21-18 del 25 de mayo del año 2018, ni siquiera tomaron la previsión de observar el artículo 28, el cual establece en su primer párrafo “La prórroga concedida no podrá exceder del tiempo ya autorizado para cada estado de excepción de que se trate”. Basta que conocieran su propia ley para entender que la prorroga no podía exceder de 12 días.


Por otro lado, la insolencia del gobierno ha consistido en establecer a la ciudadanía que guarden las precauciones de distanciamiento social, higiene y limitar sus actividades a lo esencial, es decir, labores productivas y diligencias esenciales, sin embargo, cada día observamos los funcionarios del gobierno, incluyendo el propio ministro de salud sin cumplir con las medidas a las que quieren obligar a la población que cumpla. Un candidato presidencial del gobierno en proselitismo constante con aglomeraciones de personas, las cuales no muestran el mínimo respeto por las recomendaciones que el propio gobierno promulga. Con ello no se justifica que los partidos y candidatos de oposición incumplan alegremente con las disposiciones del gobierno que buscan manejar la crisis del covid-19, ya que también están realizando actividades con aglomeraciones de personas sin las debidas precauciones sanitarias.


Pero lo más alarmante es que parecería que cada vez que se acerca al término la autorización para el estado de emergencia, aumenta drásticamente la cantidad de infectado de covid-19 y en la última semana el número de muerte sorpresivamente ha aumentado como no había sucedido en todo el tiempo que tenemos en emergencia nacional por el coronavirus.

El manejo a la crisis generadas por el coronavirus ha estado matizada por la insolencia de los poderes del Estado, donde la emergencia nacional ha degenerado en una insolencia nacional, en la que solo ha salido perjudicada la población dominicana, dado que es ésta la que ha quedado atrapada en el juego de poder político que se debate en las elecciones del 5 de julio, cuya arma de batalla para los candidatos ha sido la crisis, sin preocuparse por la salud de los ciudadanos.

Ojala que las elecciones no sean el punto de partida para la escalada exponencial de la enfermedad.

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