EL PURGATORIO Y LOS FIELES DIFUNTOS


“Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados” Segunda de Marcos, Capitulo 12, Versículo 46 (Wikipedia.org, 2019).

El día 2 de noviembre de cada año el mundo cristiano celebra el día de los “fieles difuntos” o “día de los muertos”, es una celebración que tiene sus orígenes en celebraciones paganas, las cuales fueron asumidas por la iglesia cristiana como muchas otras, para contrarrestar los dioses paganos; consiste en creencias sobre la capacidad de influir que tienen los vivos sobre el futuro de los muertos o los muertos en el de los vivos.

La creencia más socorrida en el mundo cristiano, es que algunas “almas” aun en trance-purgatorio-para lograr acceder a la beatificación, deben recibir la ayuda a través del sacrificio de los feligreses, así le ayudan a pagar los pecados que acumularon a su paso por el mundo de los vivos, por lo que el sacrificios de los vivos ayuda a los muertos a lograr su salir del tormento. De ahí, que cuando se realizan ritos el “día de los muertos” implícitamente se reconoce que el fallecido aún no está liberado de los pecados para ir al descanso eterno.

Por tanto, es revelador lo que se observa en las actividades del día de los muertos en los “Campos Santos”. Se puede ver el día 2 de noviembre de cada año tumbas remozadas, flores frescas, velas o velones encendidos con coloridos, que ni siquiera el día de la sepultura tuvo la oportunidad de iluminar el camino al más allá del difunto, es decir, ese día se apertrecha al difunto con las indumentarias que le permitirán pasar el trance del purgatorio a la beatificación.

Cada año se remueven los esqueletos de los muertos para ver si algún día podrán pagar sus pecados y salir del tormento que significa estar esperando el rescate del purgatorio.

Pero a pesar de que la celebración del “día de los muertos” busca ayudar a los difuntos, también es evidente que ésta celebración tiene el poder de unir en el cementerio hermanos, tíos, primos, familiares y amigos que tenían años sin compartir. Esa característica hace que el día de los fieles difuntos sirva para reunir e unificar familias y amigos. Por lo que el “poder de los muertos”, en cuanto a ese aspecto es innegable, la capacidad que tienen para unificar en base a un propósito común a las familias de rendir homenajes a sus muertos.

Pero los muertos también tienen el poder de separar. En este punto hay “muertos” que una vez se les da el último adiós en el campo santo, desmitifica la unidad familiar que en vida mantenía, esos muertos por lo general dejan algunos bienes que deben ser distribuidos entre los descendientes, de manera que se inicia una guerra entre los vivos en la cual “el muerto” solo le queda observar desde ultratumba como lo que con tanto sacrificio acumuló con el fin de que sus descendientes tuviera con que subsistir una vez ya él haya partido al más allá se convierte en punto de la discordia familiar. Aquí los muertos sirven para dividir hermanos, nietos, tíos, sobrinos, cuñados, etc. Son los casos en el que el muerto su tuviera poder saliera de su tumba y convocara a cada uno de sus descendientes a una reunión en el cementerio a media noche y se lo llevara a todos a purgar junto a él sus penas.

Sin embargo, en el punto anterior sobre el poder de dividir que tienen los muertos es que nos lleva a la conclusión que una vez relevado el espíritu (Alma) de la carne (Cuerpo), los seres muertos dejan de tener poder, dado que de poseer alguna capacidad de contrarrestar lo que sucede una vez parten a otro “mundo”, incidieran con su poder, unos para seguir manteniendo la unión que dejaron en sus descendientes y seguir generando el “bienestar” que mantenían en vida; otros para seguir haciendo las maldades que hacían en vida.

Por lo anterior es que prefiero dejar el campo santo en manos de los que piensan que los “muertos” tienen el poder de oler las flores e iluminar el camino que están recorriendo con los velones que les llevan cada año a sus tumbas, dado, que esa creencias mantiene la tranquilidad de los que así piensan, que sus muertos le agradecen el gesto que cada año hacen al ir a visitarlos y limpiar ese lugar frio y lúgubre donde dejaron una vez el cuerpo inerte de sus descendientes. Otros por el contrario se conforman con acariciar la idea de que durante el tiempo de vida de la persona que falleció pudo hacer lo que estuvo a su alcance para que la vida tuviera sentido para ese ser querido.

Unos y otros deben sentir la tranquilidad espiritual de haber hecho lo correcto, de lo contrario vivirán siempre con la expectativa de que sus muertos tienen poder para atormentarlo por no haber hecho lo correcto. Me inscribo en los que piensan que si su descendiente merece la gloria, ya no está en el cementerio.

¡En Paz Descanse!

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