El lúgubre color gris

En la sociología de los colores el gris tiene significado diversos: neutralidad, autoridad, tristeza o depresión, entre muchos otros. Para la sociedad dominicana el gris en la institución de la Policía Nacional Dominicana es sinónimo de tristeza y depresión, es el más idóneo para la institución que debe proteger al ciudadano. La historia de la Policía Nacional Dominicana es sui generis, surge como sustento de una dictadura que gobernó el Estado Dominicana por más de treinta años. Lo que implica que su estructura fue diseñada para perseguir, espiar y maltratar a los ciudadanos. Al caer la dictadura, pasamos a una dictablanda, que mantuvo la misma estructura y finalidad que tenía en el anterior sistema.

De los funestos casos que han estremecido la sociedad en los últimos días, el de David de Los Santos es el más tétrico, debido a todas las interrogantes surgidas antes, durante y posterior a su funesta muerte. Al leer la imputación inicial realizada por el Ministerio Público a cuatro policías y tres civiles, nos asalta la triste idea, sobre si el remedio que se trata de aplicar no será peor que la propia enfermedad. Pues la historia de que tres privados de libertad acabaron con la vida del joven, es tan espantosa como la muerte misma, dado que implica que dentro de un destacamento policial “los presos”, pueden disponer de la vida de otros y las custodias ni siquiera se enteran. 

Eso sería aberrante, si tomamos en cuenta que el espacio físico de un destacamento policial no tiene un tamaño en el cual sea imposible escuchar los gritos de auxilio de unos de los encerrados en la celda. Peor es el hecho de que La Policía Nacional no tiene supervisión del Ministerio Público, dado que el órgano de persecución penal debe supervisar diariamente las condiciones y las razones por las que la uniformada mantiene personas detenidas sin ninguna investigación o imputación de delito. 

La lectura de la solicitud de Medidas de Coerción en contra de los supuestos imputados, deja grandes sombras grises sobre la forma en que sucedió el hecho, inicialmente parecería querer justificar el hecho, al dedicar más tiempo a verter información sobre el comportamiento de la víctima antes y durante el proceso que lo llevó al destacamento, luego sin una justificación clara expone que los demás “presos” fueron los causantes de los golpes que recibió David de los Santos, pero deja la estela de duda sobre la actuación policial, antes de que la víctima ingresara esposado a la celda. Este último elemento es determinante, pues al parecer se entregó una presa atada a la jaula de leones hambrientos. Eso es peor que el hecho de cometer directamente la acción.

Sin embargo, un elemento que causaría aún más frustración a los anhelos de una institucionalidad basada en el respecto a los Derechos Fundamentales de los ciudadanos, sería que se haya tomado como cierta la declaración de los miembros de la Policía Nacional en contra de los “presos” que estaban en el destacamento sin haber cometido delito alguno. De materializarse una falsa acusación en contra de esos ciudadanos, sería una solución del caso mucho más lúgubre que la misma ropa gris que lleva puesta la institución del “desorden”. Quien ha ejercido en materia penal, sabe que muchos casos son construidos en oficina de los destacamentos policiales en contra de ciudadanos inocentes. La imagen que tengo de personas inocentes condenadas por hechos que no han cometido, es penosa. Lo peor de todo, es que el sistema de justicia penal se ha prestado para eso. 

Recordé el caso de un imputado en un tribunal colegiado del distrito nacional, donde quedó evidenciado que la Policía Nacional había torturado al imputado durante el proceso de investigación, a tal extremo que lo dejo literalmente sin testículo, el tribunal respondió que ciertamente se había probado la tortura, que lo que procedía era que el imputado se querellara en contra de los policías. 

Parecería un chiste, pero el imputado debía de querellarse por ante el Ministerio Público que durante el proceso de investigación conoció el hecho de la tortura, y aun así sus testigos en el juicio en contra del torturado fueron los mismos policías que había cometido los actos de torturas y barbaries. Hemos de suponer que el Ministerio Publico conoce que los actos de tortura están prohibido aun para el más vil de los criminales, y que si no sirven de disuasión para los investigadores, seguirán utilizando los mismos métodos sin importar que la persona sea inocente.

Término con el poema o sermón de Martin Niemöller (1892-1984) “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas/guardé silencio/ porque yo no era comunista./ Cuando encarcelaron a los socialdemócratas/ guardé silencio/ porque yo no era socialdemócrata./ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas/ no protesté/ porque yo no era sindicalista. /Cuando vinieron a llevarse a los judíos/ no protesté/ porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme/ no había nadie más que pudiera protestar”.

Ojalá que David de los Santos, sea el punto de partida para detener esta barbarie.  

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