EL ESTADO SOY YO

Se atribuye a Luis XIV, rey de la Francia monárquica absolutista desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad y 72 de reinado, haber pronunciado la frase “El Estado Soy Yo (L’État, c’est moi)”, según los que consideran que es él el autor de la frase, sostienen que con tan solo dieciséis años de edad el monarca considero que el poder absoluto que ostentaba le permitía decidir sobre la vida, los bienes y el futuro de sus súbditos franceses.

Aunque se le atribuyen otra frase quizás más alentadora que la que ha transcendido en el tiempo, lo cierto es que desde el poder absoluto a nuestro tiempo los que somos un tanto pesimista entendemos que no ha cambiado mucho la concepción que tienen los gobernantes del concepto de Estado.

Es que si observamos con detenimiento los acontecimientos recientes en República Dominicana y una gran parte de América Latina, lo que ha cambiado es la representación del Estado, antes por una sola persona (Monarquía absoluta), ahora  por unos pequeños grupos que dicen representar la mayoría de los ciudadanos de determinado país (Democracia representativa), donde el Estado tiene un supuesto balance de pesos y contrapesos (Congreso, Ejecutivo y Judicial) para evitar el absolutismo de un solo de los poderes, sin embargo, esos pequeños grupos enquistado en el poder, han considerado el Estado como un legado dejado por sus antecesores-fundadores de sus partidos, guías políticos, líderes de su partido político, etc.-esos grupos han entendido que una vez conquistado el poder estatal, deben organizar las instituciones que sirven para organizar el Estado al servicio de los ciudadanos, en instituciones al servicio de sus intereses.

Por tanto lo que en realidad ha cambiado es la forma, pero la esencia sigue siendo la misma, el Estado solo estuvo, está y estará al servicio de unos predestinados que sostienen que lo importante es llegar a conquistar el poder  y lograr mantenerse en el no importando los medios que sean utilizados para ello, puede ser conquistar el favor de la mayorías con prebendas, comprar al opositor con el dinero público, utilizar los fondos públicos para promocionarse, comprar los medios de comunicación o los que hablan por los medios, incluso llegando hasta aniquilar físicamente a quien trate de atentar contra sus intereses.

Es que el Estado siempre se ha desarrollado bajo el amparo de la arbitrariedad, el terror, la fuerza, en fin, el poder omnipotente que lo convierte en palabras de Hobbes en un Leviatán cuyas cabezas pueden accionar en varios frentes al mismo tiempo.

Ello ha permitido que a medida que los grupos aseguren durar más tiempo en la administración del Estado más claro se ve el deseo de poder hegemónico sobre todos los ámbitos de la sociedad y las personas, es en tal sentido que, si bien hoy día no es el soberano absoluto Luis XIV, al menos existen los predestinados que siguen actuando con la misma frase del rey sol, ahora más generalizada *Nosotros somos el Estado*.

Ellos actúan tan apegado a ese concepto que disponen de los tres poderes estatales de manera que el poder legislativo, el judicial y el ejecutivo, ya no son el control uno del otro, sino, que actúan como si se tratara de la misma cosa, nadie controla a nadie, solo el Rey Sol ordena, decide y manda lo que se hará en cada uno de los escenarios que existen en el *Estado Democrático, Constitucional y Representativo*.

Eso permite decidir que se va a recaudar del bolsillo de los vasallos, quien lo administrara, como se invertirá, a quien se exonerara del pago de tributos, a quienes harán ricos con esos fondos y hasta cuanto se destinara a modificar las leyes para lograr mantener el poder absoluto en el Estado por los próximos decenios.

Quizás tendremos llegar a expresar lo que sostuvo Mijael Bakunin, cuando en su obra póstuma titulada Dios y el Estado expresa: “rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría sometida”.

 

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