El entierro del Licey

Compartimos está jocosa décima de Juan Tomas Valenzuela.

Se invita por este medio
al entierro del Licey,
que peleando como un buey,
se murió sin mas remedio.

Su cuerpo yace en los predios
del Estadio Marichal
murió aqui en la capital,
asesinado vilmente
y lo llora tristemente
el narrador Mirabal.

Dice la nota luctuosa,
que la muerte del occiso
le llegó sin precio aviso
de una forma misteriosa.

Una cuyaya rabiosa
lo picotió por el rabo,
y el tigre, privando en bravo,
en vez de salir corriendo,
le paró el pecho, muriendo,
cual guerrero escandinavo.

Me contaron los presentes,
pues yo no ví la pelea,
que al tigre que mas batea
lo poncharon tristemente.

Con ese picheo rompiente
de esa maidita cuyaya,
me dicen que ni el ampaya
podia ver los lanzamientos
y los cibaeños contentos
con esta hermosa batalla.

Ahi tá Franklin Mirabal,
llorando desconsolado,
viendo al tiguere apaleado
en la misma capital.

¡Que pena debe de dar!
despues de tanto teatro,
las 11:54,
según el parte oficial,
ver que le acaban de dar
una pela 11 a 4.

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