¿El delincuente nace o se hace?

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Los monjes tibetanos no realizan preguntas que puedan poner a su interlocutor en situaciones incómodas. Por eso surgen interrogantes como ¿Quién eres?  ¿De dónde provienes? No son parte del lenguaje común que encontrarás al llegar a un monasterio tibetano. Debido a que tales dudas en sí mismas encierran extraordinaria profundidad, que muchos seres humanos no alcanzamos a entender. La práctica de la meditación profunda, lleva a esos maestros budistas a  escudriñar aquellos elementos que al ser humano le es difícil dar respuestas, por tanto, saben que son preguntas de vastas complejidades.

Lo propio puede suceder en un entorno menos filosófico y profundo como el Derecho. Interrogantes como ¿Qué es el Derecho? ¿Cuál es la finalidad del Derecho? ¿De dónde emana la capacidad de castigar del derecho penal? Tienen sus complejidades al momento de ser abordados. De ahí que cuando una participante en un intercambio educativo me preguntó ¿Por qué algunas personas expresan que delinquen por necesidad? Me hizo reflexionar sobre las pautas que tienen los monjes tibetanos para preguntar. Pues, aunque podría ser sencilla, esa interrogante encierra respuestas sumamente difíciles de responder.

Por el momento he limitado mis razonamientos a sostener que el delito y por ende el delincuente, tiene causas multifactoriales. Desde la perspectiva religiosa, sería fruto del pecado original. Caín mató a su hermano Abel, a causa del pecado. Pero también hubo factores externos como la envidia y egoísmo, que se traduce en falta de empatía hacia tus semejantes. Una perspectiva sociológica diría que el entorno no es favorable al individuo y que por ello se encamina hacia el delito. En su defecto la perspectiva antropológica, se decantaría con establecer que el ser humano es malo por su naturaleza, y por tanto, delinque para sobrevivir en un entorno hostil.  

Ahora bien, el derecho, propiamente el derecho penal, no puede tener una respuesta a la interrogante sobre cómo surge el delincuente, por la simple razón de que el derecho penal es reactivo, solo tiene incidencia una vez se ha cometido el hecho generador del delito. Pero la Criminología, si bien ha tratado de describir perfiles que llevan al ser humano a inclinarse por el delito, no puede ofrecer una conclusión acabada de si el delincuente nace o se hace.

Analizar desde la perspectiva criminológica, implica entender que aquellos individuos que han tenido un entorno social, económico y familiar favorable, no deben tener inclinaciones hacia al delito. Sin embargo, para un joven de un barrio marginado que necesita cubrir sus necesidades básicas, es entendible que  solo a través del delito puede satisfacer esas carencias, por tanto, entendible que se incline por la delincuencia como medio de subsistencia. Pero en la concreta realidad social, es posible ver delincuentes que teniendo sus necesidades básicas cubiertas se inclinan al delito, caso en el cual no importa las condiciones sociales y económicas que le acompañen, terminan siendo delincuentes sea de cuello blanco-corrupción o delincuencia común como homicidio-caso Orlando Jorge-.  

En efecto, hay un entorno desfavorable que puede crear al delincuente. Sin embargo, muchos jóvenes con entorno social desfavorable han tomado un camino distinto a la delincuencia. Por eso surge la incógnita de ¿Por qué jóvenes con las mismas o peores necesidades en el barrio han decidido estudiar y avanzar socialmente sin delinquir?

Es entonces cuando entran en juego las aptitudes y actitudes de los seres humanos para enfrentar las dificultades. Pues en un entorno social similar unos deciden avanzar hacia el camino de los estudios y el trabajo y otros el trayecto del delito.  Lo que se traduce finalmente en la dificultad de responder la pregunta inicial, por tanto, no existe una respuesta única sobre el origen de la delincuencia y siempre habrá que concluir que inciden muchos factores que hacen al delincuente, mientras otros nacen siendo delincuentes.  

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