DESTRUCCION DE EVIDENCIAS, GANANCIA DEL IMPUTADO

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La falta de pericia del Ministerio Publico, una Policía Nacional sin estrategia de investigación y una sociedad que ignora los derechos de las personas no importa el hecho por el cual sea investigado, son una combinación perfecta para la impunidad. Ni las instituciones estatales encargada de la persecución penal, ni la población están consciente de que las evidencias son los elementos necesarios para lograr que los hechos no queden impunes.

Una de las ideas primarias de cualquier delincuente es la destrucción de las evidencias que puedan involucrarlo en el hecho, sin embargo, cuando una parte de la sociedad decide quemar la casa, un vehículo e incluso golpear o linchar a un sospechoso, se considera un acto de heroísmo para luchar contra la delincuencia, pero lo que realmente está haciendo es facilitar el trabajo a quien a cometido el delito.

Lo penoso es que muchas de esas acciones colectivas se cometen en contubernio, apadrinamiento o anuencia de los organismos de investigación del Estado, mismos que están llamados a proteger los derechos de todos y propugnar por una investigación eficaz, objetiva y científica, que logre un juicio justo y una sanción ejemplar en contra de quienes infringen la ley penal.


Como resultado de esas clases de acciones en contra de supuestos delincuentes, terminan siendo mucho más perjudiciales para las víctimas que el hecho cometido por los delincuentes. Dado que las acciones de la población o la policía pueden destruir las evidencias que al final del proceso podían convertirse en las pruebas que permitirían juzgar y sancionar a quienes hayan cometido el ilícito penal.

La ignorancia es atrevida-Sarmiento-ya que en el ámbito penal sabemos que esos elementos de evidencias es la vía a través de la cual se puede llegar a una verdad histórica, que resulta ser las pruebas para realizar la justicia de la víctima del crimen.


Para evitar esta mala práctica que suceden alrededor de los hechos criminosos, es necesario contar con un cuerpo de investigadores que puedan proteger la escena del crimen y diferenciar entre indicios, evidencias y pruebas.

Así estaríamos en el camino para desarrollar investigaciones de calidad en el ámbito penal, pues los indicios en principios subjetivos, pueden conducir a recabar evidencias que una vez valoradas en el desarrollo del juicio se convierten en las pruebas que de manera irrefutable logran exponer la verdad procesal o material del caso, culminando con la ejemplar sanción a los infractores de la ley penal.


El caso más reciente que ha llamado la atención de la opinión pública y exacerbar el ánimo de la ciudadanía es el de la niña Liz María, al respeto se han urdido innumerables teorías sobre la desaparición del cuerpo de la niña, sobre todo, la posibilidad de que el crimen quede impugne si el cuerpo no aparece, sin embargo, cualquier entendido en materia penal, sabe que la sanción penal por homicidio, es posible aun sin la aparición del cuerpo de la víctima. Para ello, basta recurrir a las teorías de las pruebas indiciarias, misma que siendo coherentes y concluyentes pueden ser tan o más objetivas que un testimonio.


Pero las pruebas indiciarias tiene la debilidad que son fácilmente contaminadas o destruida, es ese el problema suscitado en el caso de la niña Liz María, dado que habiendo un sospechoso de la desaparición del cuerpo, bien pudo durante la investigación inicial proteger la escena para obtener indicios, que pudieran resultar en evidencias contundente en la culminación de una investigación exitosa, pero la primera diligencias de investigación no se preocuparon por eso, más bien permitieron las autoridades que ciudadanos ignorantes incendiaran la motocicleta del primer sospechoso.

Esa situación hace mucho más difícil el proceso de investigación para lograr armonizar una teoría del caso robusta que concluya con una sanción a quien cometió el hecho punible, si es que existe un hecho penalmente relevante. La falta del cuerpo, aunada a la falta de indicios fuertes y concluyentes, son las piezas que dificultaran la conclusión exitosa de la investigación.


La peor herramienta de investigación es violentar los derechos de los investigados, harto sabido cuantos casos se han quedado impugne solo por el hecho de que los investigadores han permitido la contaminación de los indicios, que al final debían ser las evidencias para presentar en el juico, solo recordar los casos de Ernesto Arturo Miranda y O. J. Simpson en los Estados Unidos de Norteamérica, ambos son ejemplos de investigaciones viciadas que culminaron beneficiando a los criminales, por tanto, perjudicando a las víctimas.

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