DEL INTERNET DE LAS COSAS AL INTERNET DE LOS CASOS

Habíamos llegado a un punto tal, que el internet de las cosas es una realidad, los electrodomésticos, vehículos, ropas, casa, todo está interconectado a niveles que hace 20 años eran inimaginables. Pero la tecnología llegó para quedarse en todos los aspectos de nuestras vidas. A la obsoleta vida que llevábamos sin tecnología solo le faltaba el golpe demoledor que le ha infringido el Covid-19, ya no habrá forma de resistirnos a las tecnologías. Éstas han sido las grandes aliadas de la humanidad en estos momentos de prisión domiciliaria colectiva. Y precisamente en un área de nuestras vidas, donde el culto a la personalización digital de las cosas no había sufrido una mutación tan feroz, era precisamente el sistema de justicia penal.


El sistema de justicia penal está sustentado en unos principios rectores, que hacían prácticamente imposible que los procesos se manejaran de manera virtual. La oralidad, inmediación, contradicción, publicidad y otros, son solo algunos de los principios que garantizan el debido proceso en materia penal, y que al menos por el momento había sido imposible pensar en que una audiencia penal se celebrara a través de las pantallas de una computadora, donde cada una de las partes se encontraran tan distantes una de la otra, que pareciera ciencia ficción lo que hemos presenciado en los últimos dos meses en el sistema de justicia dominicano. Pero varios acontecimiento han conspirados para que el resultado del internet de las cosas se haya traspasado a los casos penales. El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), la necesidad de dar respuestas a los usuarios del sistema de justicia penal y la repentina aparición de una pandemia que tiene en jaque a la humanidad, ha empujado a los seres humanos a ceder algunos derechos, a favor de la protección de la salud y la vida.


El imputado en la cárcel, el defensor, juez, ministerio público y victimas, cada uno en sus hogares, todos conectados a través de pantallas de computador o teléfono celular es lo que está sucediendo para dar respuestas a los casos de urgencias. Es importante acotar que el desarrollo de las tecnologías ya ha presentado desafíos para el sistema de justicia penal, de hecho dado que la Cibercriminalidad-Delitos cometido en el ciberespacio, por delincuentes que utilizan la tecnología para cometer las acciones delictivas-es un delito en auge, en la actualidad los gobiernos, las personas y las empresas han estado inmersas en estudios, legislaciones y preparación de personal para luchar en contra de los cibercriminales, dado que aunque existen cibervictimas individuales, los más afectados con este tipo de delitos son los gobiernos y las empresas. Ahora bien, definitivamente la aparición de la pandemia del Covid-19 ha acelerado el proceso de crear las bases para una justicia virtual. En esa encrucijada encontró la pandemia el sistema de justicia penal.


En la República Dominicana la digitalización de algunos instrumentos judiciales estaban en marcha. De hecho el cambio experimentado con la llegada del nuevo incumbente del Poder Judicial hace aproximadamente un año y tres meses, le dio un giro a todo el proceso de modernización y digitalización de los procesos judiciales, ya que el señor Henry Molina es líder en la implementación de políticas automatizadas en las instituciones que había laborado-La escuela Nacional de la Judicatura es un fiel ejemplo de ello-por lo que inmediatamente toma el control del poder judicial, inicia un proceso de automatización de los expedientes, firmas digitales, notificaciones, etc, para encausar el sistema de justicia dominicano a la modernización de la era digital.


Ahora bien, imagino que nunca pensó que ese proceso tendría la aceleración que le ha impregnado el cohete Covid-19, éste obligó al poder judicial como lo ha hecho con el mundo a enrumbar las actividades cotidianas a la virtualidad, así ha sucedido en la educación pre-universitaria y universitaria, la mayoría de las actividades que puedan realizarse remotamente, en la que no podía faltar el sistema de justicia penal. Éste último tiene las dificultades propias de los principios del proceso penal, pero ello no ha sido óbice para que mediante la implementación de las llamadas videos conferencias puedan celebrarse audiencias virtuales en las oficinas de servicios de atención permanente y ejecución de la pena, respondiendo así a los casos de urgencias (https://www.poderjudicial.gob.do/portada/detalles_noticias?IdNoticia=1824).


Los medios utilizados para conocer las audiencias virtuales en los casos de medidas de coerción y ejecución de la pena, podría servir de base para la implementación a otros tipos de audiencias, en virtud de la necesidad de mantener el distanciamiento social, sin embargo, habrá que determinar en qué medida su implementación no se convierta en vulneración de normas y garantías procesales que evitan la arbitrariedad.

“El nuevo orden” implicará que migraremos al internet de los casos en la justicia penal, tal como en el hogar y nuestras actividades cotidianas tenemos el internet de las cosas.

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