De vuelta a los tribunales
|El confinamiento y las medidas de control social como consecuencia del COVID-19 han detenido en su mayor parte las actividades de la nación. Y en medio de esta situación nos encontramos frente al reto de reactivar las labores para no perecer por inercia, pero sin empeorar las condiciones de salud existentes. Por lo que, igual que los demás sectores de la sociedad, el Poder Judicial y todos los actores que hacemos vida en torno a él, debemos gestionar planes adecuados para la reinserción al trabajo.
Nuestros tribunales, de manera excepcional y respondiendo a la emergencia, han estado funcionando parcialmente. Dentro de la virtualidad han dado respuesta con audiencias de medidas de coerción, acciones de amparo y otras de menor impacto procesal, pero sí de carácter esencial para el respeto de los derechos fundamentales de los individuos, actuaciones que deben ser aplaudidas y fortalecidas para que sirvan de modelo en el camino a seguir para la construcción de una justicia no solo humana, sino moderna y capaz de adaptarse a las grandes conquistas tecnológicas de la humanidad.
Los pasos tecnológicos que ha dado el Poder Judicial para descongestionar el sistema de justicia y darles una respuesta más pronta a los usuarios han sido claves para lograr un atajo ante este obstáculo de salud que ha impedido la marcha ordinaria de la vida. Sin ellos, quizás, la crisis en nuestro sector hubiera sido más aguda. Ahora corresponde robustecer lo que se ha materializado e implementar las buenas ideas que se encuentran sobre la mesa, aceptando las propuestas constructivas de toda la comunidad jurídica y, por qué no, de cualquier individuo preocupado.
Es importante que la justicia vuelva a abrir sus puertas, sean físicas o virtuales. Sabemos que es una apertura progresiva, que merece mucho cuidado y reflexión. Pero urge hacerlo porque hay conflictos sociales en suspenso; hay personas que, aunque preocupadas por la vida y la salud, siguen pensando en problemas de índole judicial que afectan el espíritu y eso, probablemente, sea más dañino que cualquier otra cosa por los efectos permanentes que producen, porque una fractura del alma no se repara con cosas materiales. Creemos que el Poder Judicial va a responder con una solución integral que resultará satisfactoria para la gran mayoría. Basta aplicar —reiteramos— los protocolos sanitarios y tecnológicos necesarios para que de manera sistemática la gente acuda de la mejor manera a los tribunales.
Apelamos al liderazgo actual del Poder Judicial, confiando en que, parafraseando a Saul Bellow en su obra El hombre en suspenso, no echemos raíces en las sillas.