Cuando no existe institucionalidad, tener “amigos” es una profesión

Los amigos pueden ser la persona ideal para acompañar en momentos de alegrías y tristeza, pero cuando se tiene la finalidad de servirse de ellos pasan a ser “socios” de negocios. Para el sistema de justicia dominicana, entiéndase cada una de las instituciones que las componen: Ministerio Público, Poder Judicial, Defensa Pública, Policía Nacional y otros estamentos que interactúan en el sistema judicial se ha convertido en un entramado de relaciones, sin las cuales no se puede ejercer dignamente la profesión de abogado.

En todas las instituciones existen excepciones, pues hasta la ley las tiene. Pero en general los procesos judiciales se han convertido en una retranca para resolver los conflictos sociales, dado que, quien se atiene a esperar el normal desarrollo de un proceso, se arriesga a morir sin obtener un resultado, peor aún, cuando se obtiene muy rara vez es basado en derecho.

Por eso existen abogados, que su verdadera profesión es tener “amigos” dentro del Ministerio Público, Poder Judicial o la Policía Nacional. Si acaso no tiene el amigo dentro de las instituciones del sistema, se apela a otro tipo de presión, la mediática, por tanto, es necesario tener dentro del sistema de justicia, pero fuera del mismo, la prensa es otro aliado efectivo para que los casos “caminen”.

Los que sueñan con un sistema institucionalizado, que garantice el debido proceso a todos en condiciones de igualdad, tienen dos caminos, buscar las relaciones pertinentes para lograr los resultados o hastiado de tanta falta de institucionalidad lanzarse al vacío y desertar de la profesión.

Es penoso conocer el caso de la señora Alba Miriam Luciano, a la cual le arrebataron su hijo cuando aún era un adolescente,  desde el año 2016 la misma ha tratado de que se haga una investigación que permita llevar paz a su familia, ya que existiendo elementos claro que incriminan a una patrulla policial en la ejecución de su hijo menor, el Ministerio Público más que su aliado, se ha convertido en el obstáculo que impide judicializar el proceso. No ha logrado encontrar un “amigo”  dentro del sistema o al menos no ha querido exponer su caso a la prensa nacional. Ha intentado confiar en la institucionalidad y por ello ha visitado todas las instancias dentro del Ministerio Público, pero su voz no ha sido escuchada.

Más lastimoso es el caso, porque dentro de las personas que fungen como testigo de la ejecución, un joven que estaba dispuesto a comparecer a testificar cómo sucedieron los hechos, murió en un extraño accidente. Esas son las consecuencias de no enfrentar la delincuencia cuando proviene de los mismos estamentos del Estado, quizás muchos casos que han pasado luego de ese fatídico enero del año 2016 no habrían ocurrido.

Hemos visto como una pareja de pastores murieron a manos de una patrulla, que luego se intentó convertir en un famoso intercambio de disparos. Recientemente un joven de San José de Ocoa, donde según se ha podido conocer, los propios agentes intentaron que los médicos emitieran diagnósticos falsos sobre las causas del fallecimiento del joven. Esos hechos se han estado investigando por los “amigos” de la prensa, pero como ellos hay muchos otros, que no son de dominio público y por tanto, las autoridades del Ministerio Público lo tienen como un número más sin resolver.

Necesitamos que las instituciones funcionen, pues cuando los desconocidos y desamparados, que no tienen amigos en la prensa o en el sistema, no tengan más que perder “que sus cadenas” podría empezar una revolución, y entonces, no habrá cabeza segura sobre los hombros de nadie.  

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