APORTE DEL CLIENTELISMO POLITICO EN PREVALENCIA DE LA POBREZA EN EL PAÍS

La irracionalidad fiscal con propósitos clientelares y para garantizar beneficios excesivos a la corporación política ha exacerbado el gasto público a niveles nunca antes registrados en la economía dominicana. En vista de tal situación grupos del poder político se aprestan a presionar para orientar la racionalización de la estructura tributaria y del gasto; ambas terriblemente influenciadas por el clientelismo político.

El clientelismo político es la consecuencia de la utilización de las relaciones de clientela en el marco de la política. El clientelismo político y el clientelismo electoral son formas híbridas del clientelismo moderno, con cierto tipo de bienes de intercambio.

Es una relación personal de intercambio que se establece de forma voluntaria entre los que pueden ocupar u ocupan cualquier cargo público y los que desean acceder a unos beneficios a los que es más difícil llegar, de no ser por este vínculo o relación. El clientelismo político denota el intercambio de bienes y servicios a cambio de apoyo político y de votos electorales.

Diversos estudios han evidenciado que existen cinco dimensiones sobre el clientelismo político: clientelismo estructural (¿quién?), clientelismo funcional (¿qué?), clientelismo cualitativo (¿cómo?), clientelismo social (¿dónde?) y clientelismo cultural (¿cómo?).

El clientelismo plantea relaciones informales de intercambio reciproco de favores y mutuamente beneficios entre dos sujetos en la cual existe la diferencia de poder y control de recursos. En la misma existe un patrón y un cliente. El patrón proporciona bienes materiales, protección y acceso a recursos diversos y, el cliente ofrece en cambio servicios personales, lealtad, apoyo político o votos.

El clientelismo político adquiere relevancia por sus implicaciones en la dinámica de la sociedad y sus instituciones. Es una práctica oculta e informal que no está regulada legalmente, en la cual, el objeto del intercambio son los recursos del Estado.

El clientelismo político corroe y socava la democracia, penetrando los más importantes estamentos del Estado. Desvirtúa la misión de servicios y de interés público de las instituciones. El clientelismo político es una actividad propia de políticos inescrupulosos, sin ideologías, programas o agendas sociales. Como practica apartada del derecho y la moral social está indisolublemente ligada a la corrupción.

El clientelismo político tiene como caldo de cultivo la pobreza, el más relevante segmento social en término numérico. Pobreza es incapacidad de satisfacer necesidades básicas: alimentación, agua potable, vivienda, educación básica y atención sanitaria esencial.

La pobreza es el medio apropiado, de necesidades impostergables para ambos, el patrón y el cliente, realizar la gran labor proselitista de ganar adeptos y votos. En este intercambio desigual el pobre es el gran perjudicado porque su condición socioeconómica se mantiene igual o empeora.

Es así como el clientelismo político y su aliado, la corrupción, engullen cantidades descomunales de recursos. Se lo sustraen a la inversión social. Es ahí donde está, en gran medida, la causa-efecto de la prevalencia de la pobreza en el país.

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