El Coronel Caamaño en su segunda cita con la historia


Al anochecer del viernes 2 de febrero del 1973, una pequeña embarcación navegaba discretamente por la Bahía de Ocoa, esperando el momento propicio para tocar suelo dominicano.

En ese momento nadie en la República Dominicana se podía imaginar que la histórica provincia de Azua sería el escenario del acontecimiento político-militar más importante después de la guerra civil de 1965: el desembarco del Coronel Caamaño por playas caracoles.

Apenas ocho hombres le seguían. Había elegido esa zona para el desembarco por las facilidades que ofrecía para internarse rápidamente en la cordillera central, lugar desde donde pensaba desarrollar un frente guerrillero para derrocar el gobierno del Dr. Joaquín Balaguer.

Superados los primeros contratiempos al tocar suelo quisqueyano, el Coronel Caamaño y los siete guerrilleros que lo acompañaban, porque ya uno de ellos se había extraviado al momento del desembarco y se daba como perdido, iniciaron la fatigosa marcha hacia la cordillera central.

A los pocos días se produjo el primer enfrentamiento. En ese momento ya gran parte de la población conocía la noticia de que cerca de la cordillera central estaba operando un grupo guerrillero que posiblemente estaba encabezado por el Coronel Caamaño, dada la cantidad de informaciones contradictorias que se producían en ese ambiente de evidente confusión.

Pero a la distancia de catorce días después del desembarco, específicamente el 16 de febrero de ese año, el Coronel Caamaño cae en una emboscada que le tendió el ejército en el paraje Nizaíto de la sección Horma de San José de Ocoa, donde fue capturado vivo y posteriormente ejecutado.

Resulta paradójico que la misma persona que dirigió a todo un pueblo en la guerra de abril del año 1965, que se convirtió en un símbolo nacional, apenas ocho años después muriera en la más espantosa soledad.

Las constantes desavenencias que se habían producido al interior del grupo guerrillero que se entrenaba en Cuba desde su etapa inicial mermaron sensiblemente las posibilidades de éxitos del proyecto liberador del Coronel Caamaño.

Lamentablemente el Coronel Caamaño no contó con el apoyo político necesario para desarrollar un proyecto de esa naturaleza, especialmente porque la tesis foquista que lo sedujo promovida por el Che Guevara y el francés Régis Debray, quienes eran los principales abanderados de ese método de lucha, había ya entrado en crisis y no era compartida por muchas de las organizaciones de izquierda de ese momento.

Quizás esto explique un poco el enorme desamparo en que se desarrolló el intento guerrillero del Coronel Caamaño, pero todavía esa es una historia inconclusa donde quedan muchos huecos por llenar y responsabilidades por establecer.

Hasta el momento, de esa historia solo se cuenta con testimonios y relatos parciales de algunos de los participantes de esos episodios de la lucha revolucionaria en la República Dominicana, en los que se intenta, más que cualquier cosa, justificar la conducta propia y criticar la conducta ajena, incluso la de Caamaño, que a pesar de los errores que cometió, que fueron muchos porque era humano, fue lo mejor de esa generación que se inmoló en la hoguera de los años 70.

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